En Argelia «la gente no entiende que se quite Cáritas, que tanto bien hace»

En Argelia «la gente no entiende que se quite Cáritas, que tanto bien hace»

Una fuente asegura que las autoridades ordenaron el cierre de Cáritas Argelia porque la percibían como «una organización infiltrada»

María Martínez López
Cáritas llevaba 60 años trabajando en el país. Foto: Cáritas Argelia.

La Iglesia católica en Argelia acaba de anunciar el cierre «completo y definitivo» de Cáritas Argelia. Según explicaron el arzobispo de Argel, Jean-Paul Vesco, y el presidente de la Asociación Diocesana de Argelia (ADA), Paul Desfarges, a través de una nota, los servicios caritativos finalizarán el 1 de octubre. Se trata de una medida restrictiva adoptada «en cumplimiento de la petición de las autoridades públicas argelinas», que varios observadores atribuyen al hecho de que Cáritas sea considerada una ONG extranjera, según informa Vatican News.

Según explican a Alfa y Omega fuentes bien informadas que desean permanecer en el anonimato, los primeros problemas surgieron en marzo, cuando «los obispos reciben una carta del Ministerio del Interior diciendo que han descubierto en la Iglesia católica una organización infiltrada y no reconocida que se llama Caritas Argelia. Piden que paren todas sus actividades para no incurrir en sanciones, sobre todo en lo que concierne a las migraciones».

En su respuesta, los obispos aclaraban que Caritas «no es un organismo ni infiltrado ni ajeno a la Iglesia, sino su servicio encargado de organizar las acciones humanitarias». En cualquier caso, para evitar que se confundiera con un apéndice de Caritas Internacional, anunciaron que le cambiarían el nombre a Servicio Humanitario de la Iglesia Católica en Argelia.

En julio, una nueva carta del Ministerio de Interior rechazaba el cambio de denominación y exigía que «sea cual sea su nombre Caritas Argelia tenía que cesar toda actividad, especialmente la relacionada con el mundo de la inmigración y las actividades generadoras de ingresos», continúan estas fuentes locales. Asimismo, recordaban a los obispos que toda recepción de fondos del extranjero debe someterse a una autorización previa y otros requisitos para no ser considerada un delito.

Indignación en la sociedad

En todo este proceso, lamenta esta fuente, «no se ha llamado a consultas ni solicitado entrevistas ni explicaciones». En su opinión, lo ocurrido responde a «una confusión entre lo que es un servicio caritativo y lo que podría ser una ONG de tipo reivindicativo, con acciones políticas o subversivas». Después de las manifestaciones y protestas que ha vivido el país desde 2019, «las autoridades están excesivamente susceptibles». Parten del supuesto de que toda actividad organizada que no esté firmemente controlada será contraria al Gobierno.

Las reacciones no se han hecho esperar. «En las redes sociales ha habido un aluvión de mensajes de sorpresa, indignación y solidaridad» de parte de gente que «no entiende cómo es posible que se deje aún más desatendida a la gente que pasa necesidad quitando una estructura que hace tanto bien». Incluso algunos representantes públicos han compartido su perplejidad.

37 trabajadores despedidos

La respuesta de los obispos ha sido, por un lado, acatar la orden, por responsabilidad ciudadana y «sobre todo porque no hay que poner en peligro a los trabajadores, que por empeñarnos en mantener la estructura activa estarían delinquiendo». En estas últimas semanas la Iglesia ha estado liquidando toda la estructura de Caritas. Se está cediendo su patrimonio, y poniendo fin a 37 contratos, «todos de argelinos». Del mismo modo, se están cerrando las cuentas y «los talleres de cocina, de confección de mermeladas y artesanía local; y la tienda» donde las beneficiarias ponían en depósito sus productos a la venta «e iban cobrando a medida que se vendía».

La labor con inmigrantes, la que más preocupación suscitaba a las autoridades, se reducía a «un centro de doce plazas para alojar temporalmente a estas personas», casi todas indocumentadas, que hubieran tenido algún tipo de accidente y necesitaran un lugar durante pasar el tiempo de convalecencia. También cerrará.

Sin embargo, la Iglesia no ha dejado de insistir en que «la estructura Caritas Argelia desaparece pero no el deseo de servir», como no puede ser de otro modo «en cualquier sociedad donde los cristianos están presentes. Es impensable imaginar que los cristianos puedan estar en un lugar sin interesarse y querer remediar las desgracias de la gente». Por ello, «si no se puede a través de esta estructura se hará de otro modo», que se tendrá que discernir a partir de ahora.

Las relaciones con las autoridades se mantienen

En esta misma línea, la nota de Vesco y Desfarges subrayaba que «la Iglesia católica permanece naturalmente fiel a su misión caritativa al servicio de la fraternidad, en unión con todos los hombres de buena voluntad». Además, en el comunicado se cita el Documento sobre la Fraternidad Humana, firmado por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al Azhar, Ahmed al Tayeb, en febrero de 2019 en Abu Dabi: «La fe lleva al creyente a ver en el otro un hermano al que hay que apoyar y amar. Desde la fe en Dios, que creó el universo, las criaturas y todos los seres humanos, el creyente está llamado a expresar esta fraternidad humana salvaguardando la creación y el universo entero, y apoyando a toda persona, especialmente a los más necesitados y pobres».

A pesar de esta circunstancia, las relaciones con las autoridades argelinas no se interrumpen y la Iglesia mira al futuro con paciencia y esperanza, porque, explican fuentes locales, «nuestra Iglesia no puede ser Iglesia si no es servidora». En el comunicado también se agradece «a todos los que han contribuido a lo largo de los años, y de diferentes maneras, a mantener viva esta obra».

Creada el 28 de junio de 1962, unos días antes de la proclamación de la independencia, Cáritas Argelia siempre ha estado al servicio de los «más vulnerables y del pueblo argelino», de mayoría musulmana (97 %). En sus 60 años de existencia, se han emprendido iniciativas en favor de las personas con discapacidad, las mujeres y los niños desfavorecidos, pero también de los migrantes que cruzan el país.