Aparecen los anillos milagrosos de los obispos santos de Orense - Alfa y Omega

Aparecen los anillos milagrosos de los obispos santos de Orense

Los restos óseos y los anillos de los nueve obispos santos de los siglos X y XI que eran venerados en Orense aparecen tras los trabajos de restauración del monasterio de San Estevo de Ribas de Sil

Redacción
Reliquias de los nueve obispos santos de San Estevo de Ribas de Sil. Foto: Diócesis de Orense

Ansurio, Vimarasio, Gonzalo, Osorio, Froalengo, Servando, Viliulfo, Pelayo, Alfonso y Pedro: son nombres perdidos en la noche de los tiempos, pero hace casi mil años significaron mucho para los cristianos de las montañas de Orense. Sus anillos fueron venerados como milagrosos durante generaciones. Se pensaba que estaban perdidos, pero han sido hallados de nuevo en el monasterio de San Estevo de Ribas de Sil, en el corazón de la diócesis gallega.

«Que los cuerpos de los obispos se encontraban allí se sabía siempre, pero hacía siglos que sus relicarios no se abrían», explica Luis Manuel Cuña, delegado de patrimonio de de Orense. Ha sido al abrirlos con motivo de los trabajos de restauración de la iglesia cuando surgió la sorpresa de encontrar dentro cuatro de los nueve anillos de los obispos santos, cuya veneración como reliquias milagrosas constituía una tradición arraigada en la zona hace ya siglos.

«Estos anillos se prestaban a los enfermos para que se pusieran sobre la parte afectada. Incluso se pasaba agua por ellos y se les daba a beber, y muchos sanaban», cuenta el delegado.

Durante muchos años se dieron por perdidos. Incluso Emilio Duro Peña, que fue canónigo archivero de la Catedral de Ourense, dejó escrito que seguramente en algún momento de la historia los monjes se los llevaron «porque eran suyos».

La sorpresa saltó cuando se procedió a abrir los relicarios para restaurarlos. «Entre los restos óseos de los obispos, y en medio de mucho polvo, apareció una bolsita de seda con bordados en hilo de oro», revela Luis Manuel Cuña.

Dentro de ella había cuatro anillos de plata con piedras de diversa calidad y dos documentos escritos. Uno de ellos es un pequeño pergamino, posiblemente del siglo XVI, en que se lee: «Estos quatro anillos son de los que quedaron de los nueve Santos Obispos. Son los que han quedado. Los demás desaparecieron. Por ellos se pasa agua para los enfermos y sanan muchos».

«No nos podíamos ni imaginar que dentro estuviera esto», afirma con asombro el delegado, para quien «tras la alegría de haberlos encontrado llega ahora el momento de la prudencia». Los restos de los obispos volverán a su lugar y los anillos quedarán en el Archivo catedralicio para ser estudiados por un equipo multidisciplinar de arqueólogos, expertos en historia del arte y otros especialistas «para que se pronuncien y den un juicio desde la ciencia», sin dejar de lado que los anillos «no son simplemente objetos mágicos, sino que expresan la devoción y la fe de un pueblo, y la fama de santidad de estos obispos que hemos tenido entre nosotros».