Apadrina un olivo quiere salvar 1.500 árboles antes de Reyes
Lanzan esta Navidad una campaña para dar una segunda vida al olivar de Pilar, vecina de Oliete y quien «ya no puede mantenerlo»
«Pilar nos dijo: “Estos olivos vienen de mis antepasados, los he cuidado toda mi vida y ya no hay nadie que los quiera, por eso os los cedo”». Es el resumen que hace José Alfredo Martín, responsable de comunicación de Apadrina un olivo, de la conversación real que mantuvo con una de las vecinas de Oliete que protagoniza su campaña de Navidad y que «al cumplir una edad, no se puede enfrentar al mantenimiento» de su olivar, por lo que se lo cedió a la asociación para que encontrara quienes pudieran asumirlo.
Este proyecto, en marcha desde 2014, busca revivir 100.000 olivos abandonados en este municipio turolense —ya llevan 25.000 gracias a la implicación de sus mecenas— y para estas fechas se han propuesto dar una salida digna a los 1.500 de Pilar. «Nuestra idea es conseguirlo para la noche de Reyes», revela Martín, quien califica la Navidad como «un momento perfecto porque todo el mundo quiere hacer regalos». Consciente de que entregar estos detalles supone para algunas personas, más que una tradición con un profundo significado, «una obligación», propone para «este momento en el que todo el mundo tiene de todo, regalar algo que tenga sentido».
«Es muy bonito cuando un padrino se vincula, nos ayuda a iniciar un cultivo y llegar a un grado de producción aceptable», presume el responsable de comunicación, quien señala que «el olivo es un árbol que, si se le cuida, reacciona». Invita a visitar la página web del proyecto para que los potenciales interesados vean la fotografía de un ejemplar de su agrado y lo adopten por 60 euros al año, de los que 48 son desgravables. Después, el personal de la iniciativa lo poda para retirarle las ramas improductivas y fija el suelo a su alrededor para que las raíces puedan asentarse y otros animales le ayuden al desarrollo. «Al final es una acción medioambiental y social», valora Martín.
Finalmente —aunque es un obsequio más emocional que de uso diario— los bienhechores reciben en su casa dos litros de aceite provenientes de todos los árboles que ya están dando cosecha. «Esa ha sido una clave del proyecto porque pasas de un inmaterial a tener algo tangible». Además, como estas botellas son prácticamente objetos de coleccionista, «cada año hacemos el diseño con un artista diferente». Como los grafiteros portugueses Boa Mistura, con quienes han colaborado estrechamente y también pintaron un mural en la almazara que estos ruralitas levantaron.