Anton, su amigo y la revolución rusa. Dos niños que sobreviven al odio - Alfa y Omega

Anton, su amigo y la revolución rusa. Dos niños que sobreviven al odio

Juan Orellana
Anton y Yasha, son amigos y creen en un cielo, donde se encontrarán con sus seres queridos. Foto: European Dreams Factory

Ucrania, 1918. La Gran Guerra ha dado paso en Rusia a la contienda civil y a la revolución bolchevique. Anton es un niño cristiano alemán emigrado con su familia a Ucrania, junto al mar Negro, cerca del puerto de Odessa, donde hay una colonia de alemanes que buscan un futuro mejor. Yasha es otro niño, judío ucraniano, vecino de Anton y su mejor amigo. Viven con naturalidad sus diferencias religiosas, que coinciden en un punto: ambos creen en un cielo donde se encontrarán con sus seres queridos muertos durante la guerra. Los dos van a ser testigos de una historia brutal y cruel, que ellos van a filtrar a través de su mirada aún pura e inocente. Las familias de Anton y Yasha se oponen al comunismo, y la inminente llegada de Trotsky a su pueblo moviliza la resistencia, en la que va a estar implicado Friedrich, sacerdote y tío de Anton.

Anton, su amigo y la revolución rusa
Director:

Zarza Urushadze

País:

Ucrania

Año:

2019

Género:

Drama

Público:

+12 años

La película comienza con un paisaje de nubes, vistas desde arriba, a través de la ventanilla de un avión. Se trata de una metáfora. Durante casi toda la película –que es un flashback– Anton y Yasha miran las nubes desde abajo, imaginando que ellas son el cielo donde perviven sus difuntos. Pero ahora son ancianos y las nubes ya han perdido su misterio. El misterio ha pasado a estar en sus propias vidas, un compendio de dolor y amor que incluye otra guerra en la que los alemanes masacraron a los judíos. La película es una historia de amistad verdadera, a la vez que un crudo retrato de lo que vivió la familia del guionista, Dale Eisler, en la cual se inspira el filme de Zaza Urushazde (director de la genial Mandarinas).

Dale Eisler: «La amistad sirve de escudo contra la violencia»

Usted, como guionista, nos hace partícipes de aquella guerra desde el punto de vista de unos niños.
La perspectiva del niño en tiempos de guerra proporciona un importante contraste de emociones. La amistad de la infancia sirve como escudo contra la violencia y el odio que les rodea. De este modo, el espectador recibe una visión de la experiencia que todos compartimos de tener un amigo cuando somos jóvenes, de su pureza. Esto simplifica la realidad en medio de la revolución, y al hacerlo expone la inutilidad de la guerra.

¿Qué hay de cierto en la trama de Trotsky y Dora?
El secuestro de Trotsky no se basa en un hecho real. Él creció cerca de Odessa, donde ocurrió la verdadera historia de lo que sucedió en el pueblo. Viajó por la región durante la revolución y Dora era su amante y una bolchevique líder.

La figura del sacerdote es compleja. Por un lado predica el Evangelio, pero por detrás ejerce una resistencia violenta. ¿Cree que esa opción es legítima para un cristiano?
El sacerdote es un personaje complejo y conflictivo. Es difícil emitir un juicio moral sobre sus acciones, pero dada la violencia y el deber que sentía de proteger a los aldeanos de su parroquia, era susceptible a las emociones humanas que todos compartimos.