Annita y Usen viven en Roma ya sin miedo gracias al Papa - Alfa y Omega

Annita y Usen viven en Roma ya sin miedo gracias al Papa

Después del viaje de Francisco a Chipre, la Comunidad de Sant’Egidio la seleccionó para beneficiarse de los corredores humanitarios

Victoria Isabel Cardiel C.
La joven congoleña en la casa refugio donde vive con su hijo desde enero de 2022. Foto: Victoria I. Cardiel.

Annita no quiere salir en la foto. Tiene 24 años y la memoria quebrada por el dolor. Es bastante reacia a contestar a nuestras preguntas. Su relato se apaga en cada respuesta con un titubeo agonizante. Suspira cada poco y no sostiene nunca la mirada. Es evidente que está muerta de miedo. Nació en Kananga, una ciudad de más de dos millones de habitantes situada en el centro de la República Democrática del Congo. Con apenas 6 años se fue a vivir a Kinshasa con su abuela para aprovecharse de las ventajas que ofrece la capital en un país donde la mitad de los niños nunca han ido a la escuela. A los 15 conoció al amor de su vida, un hombre que le sacaba más de una década con un futuro prometedor en la política. Se fueron a vivir juntos y con él pasó los mejores años de su vida. Se quedó embarazada y en 2020 nació Usen. Pero entonces el horror del conflicto que asola el país se asomó a su idilio. Él tuvo que huir sin revelarle su escondite por seguridad y ella se quedó sola con un bebé recién nacido a su cargo. Entonces aparecieron «aquellos hombres malos». «La primera vez me dijeron que tenían que entregarle un documento importante a mi marido. Exigían saber dónde estaba. Pero yo sabía que era una trampa», desliza, sin entrar en detalles. La segunda vez cogieron al bebé por los pies y pusieron su cabecita contra el suelo mientras lo agitaban. Después se cebaron con el cuerpo de su madre mientras el retoño lloraba desconsoladamente. No tenía escapatoria. Su familia reunió los pocos ahorros que tenían para comprar un billete a Annita —solo de ida— que la sacara de aquel infierno. Voló hasta la República Turca del Norte de Chipre. Allí deambulaba por las calles, sin rumbo, con la mirada perdida y Usen colgado a su espalda.

En cifras

5.849 personas han entrado de forma legal y segura en Europa gracias a los corredores humanitarios que se pusieron en práctica por primera vez en 2016

3.950 refugiados acogidos en Italia

50 refugiados en Roma y llegados de Chipre gracias a un gesto de acogida y hospitalidad del Papa en nombre de la Santa Sede

A los ocho meses cruzó la frontera que divide esta isla de 185 kilómetros y que abre la puerta a Europa. Como tantos otros, pagó más de 500 euros a un hombre que la montó en su coche. «Me puse con Usen en la parte trasera, agazapada, para que nadie nos viera. Sabía que si me veía la Policía sería el final, pero, ¿qué podía hacer?», recuerda. Tras el breve trayecto, de apenas 10 kilómetros, la soltaron en medio de la noche: «Entonces vi a una persona que pasaba y que me acompañó hasta el campamento». Se refiere al centro chipriota de Primera Acogida y Registro de Emigrantes de Pournara, que se creó en 2019 con capacidad para unas 1.000 personas. Pero cuando llegó, en octubre del 2021, en este asentamiento sin agua corriente malvivían hacinadas más de 4.000 personas. Supo que marido, aún en Congo, murió unas semanas después al negársele unas curas médicas. Entonces, Annita todavía no sabía que la visita del Papa abriría una ventana de esperanza en su destino fatídico. En diciembre, Francisco viajó a este país de la Unión Europea —el que más refugiados recibe en comparación con su población— con el objetivo de poner a salvo a 50 de ellos. La Comunidad de Sant’Egidio, responsable de los corredores humanitarios en Italia, la seleccionó y en enero del año pasado llegó a Roma.

Sigue con ansiedad y depresión, pero ahora puede imaginar un futuro de esperanza para su hijo. Para el Pontífice, con el que se reunió el pasado sábado en el Vaticano junto a otros refugiados, solo tiene palabras de agradecimiento.

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