Amapola Blasco: «España tiene capacidad para recibir a más refugiados»
La directora general de Gestión del Sistema de Acogida de Protección Internacional y Temporal hace balance de la respuesta española tras más de dos meses de guerra en Ucrania
¿Qué balance hace de estos meses?
El reto inicial que teníamos era que no hubiera ninguna persona procedente de Ucrania en situación de calle, sobre todo, porque sabíamos que la población que venía era muy vulnerable: mujeres y niños que huyen de forma precipitada de un conflicto bélico y llegan desorientados. Este reto se ha cumplido.
¿Qué ha hecho la Administración para responder a esta situación?
Hemos tenido que redimensionar todas las capacidades del sistema. Pero no solo se trata de dar manutención y alojamiento, también orientación y acompañamiento para pedir la protección temporal, encontrar trabajo o detectar víctimas de trata. En total, se han habilitado 24.000 plazas y hemos atendido en torno a 60.000 personas. La apertura los centros de recepción, atención y derivación (Creade) en Madrid, Barcelona, Alicante y Málaga ha sido un hito. Salen de ellos con la protección temporal reconocida, el número de la Seguridad Social, la tarjeta sanitaria y orientación para el empleo. Y si necesitan un recurso de acogida, los derivamos. Han acudido 40.000 de los 70.000 ucranianos que están documentados.
Citaba la trata. ¿Detectan casos?
Sí. En las entrevistas insertamos algunas preguntas y valoramos los indicios. Si se verifican, intervenimos. Lo ponemos en conocimiento de la UCRIF [la unidad de la Policía Nacional que se encarga de los delitos relacionados con el tráfico de personas] y llamamos a las entidades especializadas, que se desplazan al centro. He visto a mujeres jóvenes que habían sido traídas por una familia y les decían que fueran cariñosas con el señor. Pasaron por uno de estos grandes centros para documentarse y en ese proceso se detectó la situación.
Han puesto en marcha un programa piloto de acogimiento familiar. ¿En qué consiste?
Juntamos a familias españolas que quieran acoger con ucranianas. Ya se han producido los primeros encuentros entre familias. Lo estamos llevando a cabo en Barcelona, Madrid, Murcia y Alicante con la Fundación “la Caixa”. Es una forma de canalizar los ofrecimientos de estos meses.
¿Cómo valora la respuesta de la sociedad civil?
Ha sido espectacular. Tira de nosotros. Es verdad que el sistema no puede absorber toda esa ola, pues los procesos llevan su tiempo y hay que garantizar el bienestar de las familias ucranianas. Nos llegan iniciativas privadas para acoger de forma inmediata, pero hay que seguir el cauce. También hay familias que nos han traído a la familia ucraniana porque se habían cansado. Nuestro objetivo no es dar respuesta a la ola de solidaridad, sino atender adecuadamente a las personas ucranianas.
¿Cuál ha sido el papel de la Iglesia católica en esta crisis?
Nos ha ayudado con la cesión de espacios y atendiendo a personas ucranianas que están fuera del sistema público.
¿Acogen a colectivos vulnerables?
Tenemos un grupo de niños con cáncer en un espacio que nos ha cedido el Banco Santander. Y hace unos días llegó un grupo de personas con discapacidad psíquica y mental grave. Estaban prácticamente en situación de calle, sin medicación.
¿Por qué no se aplican estas medidas al resto de refugiados?
Ojalá. Creo que este es un desplazamiento excepcional. Y ante circunstancias excepcionales, medidas excepcionales. Pienso en positivo y muchas de las cosas que se han puesto en marcha se van a quedar para el resto. Por eso es importante que se hayan hecho desde el sistema. Mejorará la respuesta que damos a otras personas.
¿Qué retos hay por delante?
Seguir gestionando la emergencia y cumpliendo el objetivo de que nadie esté en la calle. Luego tenemos que pensar en el después de la emergencia. Las personas no desaparecen, tienen necesidades y expectativas. También será un reto ayudar a los países de la Unión Europea si lo necesitan.
¿Está España preparada para recibir a más refugiados?
Tenemos capacidad para recibir a más refugiados. Si un país como el nuestro no puede responder, tiene que inventar lo que sea. No podemos decir que no tenemos capacidad.