Alguien forró un libro de cuentas con un pergamino del siglo X
El Archivo Histórico Diocesano de Logroño acaba de descubrir uno de sus textos más antiguos: el salmo 141 comentado, con rasgos del Códice Albeldense
En el trabajo en archivos, a veces «pensamos que nada puede cambiar, que ya está todo encontrado». Nada más lejos de la realidad, subrayaba Bruno Martínez, director del Archivo Histórico Diocesano de Logroño, al presentar el 19 de junio el hallazgo de un fragmento de una obra litúrgica del siglo X de una forma inesperada: desde el siglo XVI, se encontraba forrando un libro de cuentas.
El descubrimiento fue obra de Miguel Ángel González Muro, que desde hace un año colabora como voluntario en el archivo. Dentro de su labor, estaba buscando una partida de Bautismo en un libro sacramental de Ordoyo, una localidad despoblada desde hace siglos. La petición le suscitó curiosidad, reconoce, pues según una leyenda sus habitantes «desaparecieron por una invasión de hormigas». Al coger los libros de ese pueblo echó un vistazo a los demás; algo que por otro lado «hacemos siempre», ya que el director los tiene bien instruidos para «prestar mucha atención a cualquier detalle o cosa un poco rara».
El paleógrafo Pedro Pérez Carazo reconoce que el pergamino «es difícil de transcribir» entero por «el mal estado de conservación» en que se encuentra. Pero «una vez que esté en condiciones, convendría estudiarlo» para intentar averiguar algo más sobre «a qué tipo de libro pertenecía» y qué uso se le dio. «Sería muy interesante».
La restauración correrá a cargo de la empresa logroñesa Códice. Su responsable, Isabel Martínez Marcos, admite que «en vista del deterioro que tiene, no se le puede hacer mucho». Eso sí, «se limpiará e hidratará. Y, sobre todo, se tratará con mucho mimo y cariño», dijo durante la presentación. El proceso, con un presupuesto de 2.800 euros, se llevará a cabo con fondos del propio Archivo Histórico Diocesano. A continuación, se catalogará y se incorporará al fondo documental del mismo.
Por eso abrió un llamado libro de fábrica —de cuentas— del siglo XVI. Y vio que en el interior de la tapa había letras en buen estado; algo que en la cubierta no se apreciaba por el grado de suciedad. «No era una letra normal», asegura. Martínez y Jesús Merino, delegado de Patrimonio, coincidieron con él en que recordaban al Códice Albeldense, del siglo X, célebre recopilación de documentos históricos que se conserva en la Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial.
Su intuición la corroboró Pedro Pérez Carazo, paleógrafo colaborador del archivo al que llamaron en seguida. «No era una letra carolina francesa» similar a las actuales, sino «una visigótica libraria, muy bien trazada». La inclusión de alguna cursiva al final de los renglones, así como «la forma de hacer las abreviaturas», le hizo situarla en el siglo X, probablemente en su segunda mitad. Es decir, comparte época con los dos documentos más antiguos del fondo diocesano, de los años 950 y 983. Con uno de ellos comparte una característica curiosa: que «algunos renglones se rematan en vertical en lugar de en horizontal».
En cuanto al origen geográfico, «es parecida a la que se suele clasificar como castellana o riojana», aunque en realidad está vinculada con los territorios de la «monarquía pamplonesa», asegura este experto en escritura y documentos antiguos. Aunque «no sé si lo traerían los conquistadores» durante la Reconquista o si es originario de la zona, donde incluso «bajo dominación musulmana existía bastante población cristiana». Como hará varias veces más durante la conversación, subraya que «solo con una hoja no se pueden hacer muchas más averiguaciones».
El texto está formado por versos del salmo 141, en rojo, y comentarios en negro; todo en latín «con características de la Alta Edad Media» y sin anotaciones musicales. Ello le hace pensar que es un salterio —un libro con los salmos, no necesariamente para la liturgia de las horas—. «Podía ser tanto para leer y comentar el salmo en la iglesia como para enseñar a los clérigos». El hallazgo es significativo porque, aunque «sí había visto descubrimientos de textos litúrgicos de los siglos XIII o XIV», no es nada frecuente que ocurra con documentos tan antiguos. Pérez Carazo todavía no puede ocultar la extrañeza y dolor que le produce ver el trato que se dio en el siglo XVI a este pergamino. Incluso «lo cortaron con unas tijeras». Aun así, «hay que dar gracias porque por cómo lo usaron se ha conservado más texto» que si se hubiera colocado de otra forma.