Alfonso Bullón de Mendoza: «Hay una pérdida de fuerza social» - Alfa y Omega

Alfonso Bullón de Mendoza: «Hay una pérdida de fuerza social»

25 años después del primer Congreso Católicos y Vida Pública el catolicismo ha perdido arrojo y compromiso público. Toca evangelizar

Cristina Sánchez Aguilar
El presidente de la ACdP durante la presentación del congreso en Madrid. Foto: Fundación Universitaria San Pablo CEU.

Se cumplen 25 años del primer Congreso Católicos y Vida Pública. Además de ser un importante foro de pensamiento, ¿ha tenido alguna consecuencia práctica que hayan podido comprobar ustedes?
Ha tenido la virtud de convertirse en un lugar de encuentro. Hay una cita que todo el mundo sabe que hay, que ha sido replicada incluso en diversos países y que ofrece un lugar de referencia para los católicos que tienen una inquietud por la vida pública, donde se pueden encontrar, hablar y reunir.

¿Ha cambiado mucho la situación social desde que empezaron?
En 25 años ha habido un proceso de descristianización de la sociedad cada vez más avanzado. Es una realidad innegable que no podemos obviar.

¿Había más líderes católicos hace 25 años que ahora?
Creo que había un catolicismo más vivo en la sociedad, más asumido culturalmente. Nosotros inauguramos el primer congreso con el ministro del Interior, que era Jaime Mayor Oreja, y este año volverá a participar. Hoy en día es verdad que hay políticos y miembros de la vida pública que se definen como católicos, pero no parece que su grado de compromiso sea el mismo que el que podía tener aquella generación anterior.

¿A qué se debe la falta de compromiso?
Da la sensación de que estamos viviendo un catolicismo políticamente correcto y muy relegado al ámbito de la creencia personal privada.

Este año van a recordar de nuevo la importancia de la evangelización.
Queremos concienciar de que no debería haber una disociación entre la vida privada y la vida pública y de que, por lo tanto, esos valores que creemos que son buenos para nuestra vida personal hay que tratar de ofrecérselos a la sociedad de una manera propositiva.

¿Alguna herramienta para dar razones a favor de dar el salto a la vida pública, más allá del ámbito personal?
Hay un británico que es bastante interesante, Hyde, que fue director del periódico de los comunistas ingleses y luego se convirtió al catolicismo. Hizo una serie de escritos contraponiendo cómo vivían su fe un comunista y un católico. Decía, por ejemplo, que un comunista no descansaba y en todos sus ámbitos de vida estaba haciendo proselitismo. Y que para los católicos la salvación es algo personal y, por lo tanto, no la llevaban al campo profesional. Era muy interesante, porque lo que defendía era que el católico tiene que estar siempre dando un testimonio en la vida pública y en su vida diaria de lo que es, de lo que hace y de por qué lo hace.

Actos clave

Viernes 17 de noviembre. Conferencia. Jaime Mayor Oreja, exministro del Interior, habla sobre los 25 años del congreso.

Viernes 17 de noviembre. Conferencia. Malek Twal, embajador de la Liga de Estados Árabes en España, explica la realidad de los cristianos en estos países.

Domingo 19 de noviembre. Conferencia. Magnus MacFarlane-Barrow, fundador de Mary’s Meals, interviene sobre La caridad y el arte de vivir con generosidad.

Cada vez se habla más de la importancia del asociacionismo de los laicos, pero no tenemos costumbre ni conciencia clara de que es necesario.
Hay un gran número de organizaciones católicas que hacen una labor muy meritoria. Pensemos, por ejemplo, en el ámbito de Cáritas; desde el punto de vista social la Iglesia tiene una labor muy profunda y asentada. La participación pública desde la perspectiva política en España está mucho menos consolidada, y por eso surgió precisamente la Asociación Católica de Propagandistas en 1909. Antonio Vico, que era el nuncio de Su Santidad en España, observó que en nuestro país el catolicismo tenía una gran fuerza social pero, sin embargo, no se veía reflejado en el ámbito de la política. Habló con el padre Ayala, que era el creador y primer rector del ICAI, y este hizo una reunión con nueve jóvenes en la que comenzó preguntándose qué querría Dios que saliera de allí. Y hasta hoy. No olvidemos en la Transición el Grupo Tácito, del que formaban parte una serie de ministros de los gabinetes de Adolfo Suárez que salieron de esta casa.

¿Ustedes animan a la sociedad a que siga con esta tendencia?
Por supuesto; nosotros estamos donde estábamos y tratando de situarnos con lo que los tiempos exigen. Hay que modernizarse para poder defender los valores que siempre hemos defendido. Hay una pérdida de fuerza social, eso es real.

¿Intentamos recuperar el espacio perdido o es mejor que aprovechemos el espacio que tenemos?
Creo que ya Ratzinger había planteado que el futuro de la Iglesia se veía como un futuro de una minoría; es decir, que el catolicismo iba a ir perdiendo fuerza.  Hay una tesis que surgió posteriormente, la tesis de Dreher de la «opción benedictina», que dice que debemos recluirnos y hacer una vida en comunidades para nosotros mismos. Lo que ocurre es que nosotros somos paulinos. Y lo de san Pablo es totalmente contrario, es la predicación del Evangelio. Por lo tanto, siendo conscientes de la situación en la que se encuentra el catolicismo en estos momentos, debemos ser también conscientes de la obligación que tenemos de tratar de expandir el mensaje de Cristo. La cuestión es eso que planteaba Hyde, cuando hablaba de cómo se veían unos y otros: mientras los comunistas británicos se veían comiéndose el mundo de su generación, los católicos se veían como una minoría asediada y más bien en la resistencia. Creo que hay que estar en todo lo contrario, que es lo que plantea este este congreso: en la propagación del Evangelio.