Alemania compra embriones polacos para la investigación
Hace unas semanas, buena parte de la opinión pública polaca se indignó con los obispos por un documento en el que se expresaba la doctrina de la Iglesia con respecto a la fecundación in vitro. No importó que el episcopado insistiera en que «todo niño es amado por la Iglesia, no importa cómo haya sido concebido». El mensaje que difundieron la mayoría de medios fue el de la primera niña polaca in vitro, ya una joven, que preguntaba a los obispos si la consideraban «una hija del diablo» sin «derecho a la vida». Ahora las tornas han cambiado. La opinión pública está indignada al conocer que algunos de los embriones sobrantes que deja esa técnica reproductiva han sido vendidos para ser utilizados en investigaciones con células madre embrionarias en Alemania
La revelación no pudo ser más inoportuna para el primer ministro polaco, Donald Tusk, que en ese momento visitaba precisamente a Angela Merkel en Berlín, acompañados ambos dirigentes por sus consortes. El ministro de Justicia, Jarloslaw Gowin, frustró la foto de familia con la que se pretendía transmitir al mundo el buen momento en las relaciones bilaterales.
El episodio tiene lugar además poco después de una polémica en Polonia sobre la fecundación in vitro. En abril, un documento de los obispos recordó la posición de la Iglesia con respecto a esta técnica reproductivoa. Se subraya que todo niño tiene derecho a un padre y a una madre, y a ser concebido en un acto de amor. Pero también se advertía de las consecuencias indirectas de esta práctica, que deja miles de embriones congelados sobrantes.
Debido a la falta de regulación en Polonia, esos embriones pueden ser utilizados en investigaciones sobre células madre embrionarias. Es un hecho conocido. Lo que ha indignado a la opinión pública es que se hayan vendido embriones polacos a Alemania. El hecho recuerda demasiado a algunos experimentos de los ocupantes nazis durante la II Guerra Mundial, y ha hecho resurgir tensiones nacionalistas.
La polémica, sin embargo, desmonta la dura campaña de algunos sectores contra la Iglesia en Polonia. Muy llamativas fueron las declaraciones públicas de Agnieszka Ziokowska, en su día primera polaca que nació por fecundación in vitro (aunque el país de nacimiento fuera Italia), en las que acusaba a los obispos de considerarla «una hija del diablo» que no tiene «derecho a la vida».
El portavoz de la Conferencia Episcopal, el sacerdote Jozef Koch, había insistido, sin embargo, en que «los obispos no quieren estigmatizar a nadie» y que «todo niño es amado por la Iglesia, no importa cómo haya sido concebido».