Alberto Ortega: «En Venezuela es momento de ver qué quiere la gente»
El obispo madrileño será el nuevo nuncio en Venezuela. Deja Chile, donde todas las diócesis vacantes tras la crisis de abusos están ya cubiertas
Después de estrenarse como nuncio en Jordania e Irak, donde permaneció cuatro años en plena lucha contra el Dáesh, llegó a Chile en pleno estallido social de 2019. Esta serie de protestas llevaron a dos intentos fallidos de aprobar una nueva Constitución. ¿En qué situación ha quedado el país?
Pienso que la gente se ha dado cuenta de que lo que hay que cambiar no es tanto la Constitución, sino responder a las necesidades de la gente. Hay una necesidad muy clara de seguridad y también otras económicas y temas que hay que resolver mejor que tienen que ver con los pueblos originarios, la inmigración o la salud. Esperemos que para solucionarlos se logre un gran acuerdo social y civil.
Aquí hay muchos migrantes de Venezuela y la inmensa mayoría viene con ganas de trabajar y de contribuir al bien del país. Para la Iglesia han sido una bendición. Por desgracia, también hay alguno que comete delitos. Me da pena que, a veces, por este daño causado por unos pocos se crea una cierta xenofobia. Las autoridades tendrán que regular el tema migratorio como crean adecuado. Pero la actitud fundamental tiene que ser de acogida e inclusión.
¿En qué punto se encuentra la Iglesia después del escándalo de los abusos, que llevó a todos los obispos a presentar su renuncia en 2018?
Fue muy doloroso, pero la crisis ha favorecido que se trate este tema con gran atención y se ha hecho una labor muy importante. En todas las diócesis hay consejos de prevención y acompañamiento de víctimas, se han dado cursos a miles de laicos, hay documentos muy bien elaborados. Se ha hecho, asimismo, un trabajo poco conocido pero muy serio e importante en lo que se refiere a la reparación en un sentido integral, que incluye también un factor económico. Por otro lado, muchos sacerdotes han sido dimitidos del estado clerical en un país que necesita presbíteros. Espero que después de la crisis haya un resurgir de vocaciones. Siempre digo que aquí y ahora es tiempo de misión. Y se ven realidades muy bonitas, por ejemplo las obras de caridad durante la pandemia.
Como nuncio, y por tanto implicado directamente en el proceso de nombramiento de nuevos obispos, habrá tenido mucho trabajo.
Cuando llegué había muchas diócesis vacantes y, gracias a Dios, en los últimos años el Papa ha podido nombrar bastantes pastores. Es un proceso muy sinodal: se consulta a los obispos, a muchos sacerdotes, a los religiosos y también a los laicos. Cada uno pone su granito de arena en este proceso que es un trabajo muy de equipo y de mucha oración. Ahora están cubiertas todas menos una (por el reciente traslado del obispo) y se ha nombrado a algunos auxiliares. Ha sido una alegría muy grande para los fieles.
¿Cómo ha recibido su nombramiento para Venezuela?
Con gran disponibilidad para la tarea que se me ha encomendado. Todos los países tienen sus circunstancias y desafíos. ¿Qué país no tiene problemas? Voy con mucha apertura y ganas de entender. Hasta ahora conozco lo mismo que todo el mundo, pero con información muy condicionada por los medios. Sé que hay una Iglesia viva. Muchos obispos me han escrito dándome la bienvenida. La situación política vive un tiempo particular porque pronto hay elecciones, y es un momento de ver qué quiere la gente. En todos lados la Iglesia quiere colaborar a la unidad, al diálogo, al bien común. En todo lo que pueda contribuir también a nivel diplomático, bendito sea Dios.
¿Ha recibido algún mensaje de bienvenida del Ejecutivo de Caracas?
El nombramiento de un nuncio o un embajador en cualquier país se publica siempre cuando el Gobierno está de acuerdo; es lo que se llama el beneplácito. El embajador venezolano en Chile me llamó enseguida y vamos a almorzar juntos. La presentación de las cartas credenciales será el momento más importante de transmitir a las autoridades nuestro saludo y el del Papa, que está muy cercano y quiere mucho a Venezuela, y nuestra disponibilidad para colaborar.
A partir de ahí, el contacto con las autoridades lo lleva más la Iglesia local. Pero si se observa o la gente plantea una dificultad, la misión del nuncio es intentar hacerlo presente y ver si se puede resolver. Hay cuestiones que interesan a todos que son objeto de conversación con las autoridades, siempre con cuidado de no entrar en política. En este sentido, es muy importante cuidar las relaciones personales. Con cualquier persona se pueden buscar puntos de colaboración.
30,5 millones
51,9 % de hogares
7,71 millones de venezolanos fuera del país en agosto de 2023
Puesto 142 en el Índice de Democracia de The Economist
El país ha estado dos años y medio sin nuncio. ¿Ha sido por falta de candidatos o por falta de beneplácito?
Las razones no las sé; aunque también pasa en otros sitios. No pienso que haya sido por falta de beneplácito, ya que cuando se ha planteado mi nombramiento al Gobierno venezolano no ha habido ningún problema, sino una buenísima disposición de las autoridades y el beneplácito llegó muy rápido. Creo que hay un deseo de colaborar.
¿Ha tenido ocasión de hablar con Edgar Peña Parra, venezolano y sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, y con el mismo secretario de Estado, el cardenal Parolin, que fue nuncio allí?
Espero ir a Roma en junio y tendré ocasión de hablar con ellos, que son grandes conocedores. También en la nunciatura hay un consejero y un secretario que han hecho un trabajo estupendo. Y cuento con la ayuda de los obispos, de los sacerdotes… en ese sentido, los nuncios tenemos ventaja respecto a otros embajadores.