El cambio de Venezuela hacia la democracia es «inevitable», afirmó Edmundo González el 17 de diciembre al recoger el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia 2024. El Parlamento Europeo se lo concedió —junto a la opositora María Corina Machado— como «presidente electo» tras proclamarse vencedor en las elecciones del 28 de julio con más de siete millones de votos. Así consta en las actas oficiales recogidas por voluntarios y que custodia la oposición. Tras varios intentos fallidos, esta logró presentar un frente unido que aglutinó el descontento contra el régimen de Nicolás Maduro. No han faltado obstáculos: inhabilitó a Machado, primera candidata; proclamó unos resultados favorables puestos en duda por instituciones, gobiernos y los obispos del país y reprimió con dureza las protestas, lo que forzó a Machado a pasar a la clandestinidad y a González a exiliarse en España. El país mira al 10 de enero, cuando Maduro debe ceder el poder a González.
El otro gran foco de preocupación en Hispanoamérica es Nicaragua, donde prosigue la represión del matrimonio en el poder, Daniel Ortega y Rosario Murillo, contra los defensores de los derechos humanos y, en particular, contra la Iglesia. En 2024, esta sufrió 177 actos de hostilidad —971 desde 2018—, según el reciente informe Nicaragua: una Iglesia perseguida, que elabora la activista Martha Patricia Molina. El año empezó con la expulsión de Rolando Álvarez y Isidoro Mora, obispos de Matagalpa y Siuna, y de 17 sacerdotes y seminaristas. La de Carlos Herrera, obispo de Jinotega y presidente de la conferencia episcopal, el 13 de noviembre, hace que ya estén en el exilio cuatro de sus nueve pastores —Silvio Báez salió en 2019—, junto a otros 262 agentes de pastoral. Aunque los ataques en 2024 fueron menos que los 321 de 2023, Molina lo atribuye al miedo a denunciarlos. En 2024 prosiguió además la prohibición del 98 % de expresiones de fe en público.