Ahn, el anciano que transcribió la Biblia a mano con 90 años
Tras huir de Corea del Norte y bautizarse a los 70, este profesor ha dibujado cada una de las palabras de la Biblia con su pincel. Ha rellenado 700 pergaminos hanji, conocido como el papel de los mil años
Ahn procede de Corea del Norte. Aunque nació en Nampo en 1922, su juventud la pasó en Pyongyang, donde se desempeñó como profesor de coreano y chino. Durante la guerra de Corea, sin embargo, escapó al sur, concretamente a la ciudad de Busan, junto con miles de refugiados. Una vez que logró huir de la dictadura, volvió a su trabajó como docente y dos décadas después, en 1991, recibió el Bautismo.
Ya como católico, en el ocaso de su vida, Ahn se centró en la tarea de transcribir la Biblia palabra por palabra en hojas de hanji, el papel tradicional coreano que se hace con la corteza de la morera, también conocido como «papel de los mil años» por su resistencia y durabilidad. «Pensé que sería un pequeño regalo que podría darle al Señor por el resto de mi vida, así que me preparé para copiar la Biblia desde el año en que cumplí 90», explicó el anciano en una entrevista reproducida por Catholic Times y AsiaNews.
Para poder realizar la tarea, el profesor «pasaba siete u ocho horas al día transcribiendo, luchando con pinceles y papel». Una labor que incluso le generó diversas heridas en los codos, los cuales tuvo que proteger con varias vendas. A pesar del dolor, «siempre fui feliz porque puse mi fe en la punta del pincel y concentré toda mi mente», asegura.
Una vez acabó su obra, Ahn la donó al Instituto de Investigación Histórica de la Iglesia de Busan, que tiene previsto poner en marcha una campaña para difundirla entre las generaciones más jóvenes. Se trata, en total, de 700 pergaminos hanji, donde se encuentran los versículos de la Biblia dibujados, palabra por palabra, con el viejo pincel del anciano. Ahn, por su parte, se prepara ya para el encuentro definitivo con el Señor: «Cuando se abran las puertas del cielo, quisiera ser un pequeño diente de león en un rincón del jardín florecido de la Iglesia. Eso es lo único que deseo».