Adelson Araújo: «Nos cuesta darnos cuenta de que defender el Amazonas es parte de nuestra fe»
Fue uno de los peritos técnicos que controlaron el correcto andamiaje del Sínodo de la Amazonía y se encargó también de abrir en canal la exhortación apostólica Querida Amazonia ante las preguntas de la prensa internacional. El jesuita brasileño Adelson Araújo dos Santos, doctor en Teología Espiritual y profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, es una de las voces más autorizadas para analizar la repercusión del documento papal.
¿Cuál es la importancia de esta exhortación?
Tiene una importancia vital como respuesta del Papa a las propuestas de los padres sinodales, que por primera vez asumieron muchas de las reivindicaciones de las comunidades eclesiásticas amazónicas y de los pueblos originarios allí presentes. Por ser una encíclica, Laudato si es más solemne como documento papal, pero las exhortaciones apostólicas son el mejor instrumento para que un Pontífice trasmita sus enseñanzas sobre un tema. No tengo ninguna duda de que tendrá una gran repercusión, tanto dentro como fuera de la Iglesia, por la propia importancia de esta región para el planeta y porque las cuestiones analizadas en Querida Amazonia traspasan el ámbito de la religión.
En el Sínodo se ha hablado de «nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral». ¿Cree que esto implica una autocrítica de la Iglesia sobre su actuación en la Amazonia?
Sí, sin duda también nosotros los cristianos contribuimos a la destrucción de la Amazonia y de otros biomas, cuando nos dejamos guiar por proyectos de explotación depredatoria de la naturaleza y asumiendo un estilo de vida esclavo del consumismo, sin ética ni sentido social o ambiental. Por eso el Papa clama por la necesidad de una conversión ecológica que implica una profunda conversión interior.
¿Cuál es la perspectiva de que se produzca un cambio real a partir de la exhortación del Papa?
Creo que el Papa es consciente de que los cambios necesarios para salvar la casa común llevarán tiempo para ser concretados. El cambio dependerá en última instancia de cómo será acogida por las Iglesias locales, por cada individuo, pero también por los líderes políticos y económicos.
¿Cómo se combina la emergencia que representa el colapso climático y la destrucción acelerada de la Amazonia con este modo lento en el que la Iglesia suele asimilar los cambios?
Los efectos nocivos de la destrucción de la Amazonia ya son patentes en todo el mundo. No hay tiempo que perder. Es el propio Papa el que está liderando la conversión para la salvación del planeta. Por eso, no podemos decir que la jerarquía más alta de la Iglesia sea una maquinaria lenta. Somos nosotros, los bautizados, a los que nos está costando darnos cuenta de que defender la Amazonia es parte de nuestra fe y de lo que significa seguir a Jesús. Tenemos que continuar nuestro proceso de conversión personal e institucional, para salir de la indiferencia.