La revista Vida Religiosa cumple 75 años. Y lo hace con salud. Sin nostalgias. Con una propuesta decidida y clara para acompañar estos tiempos de los consagrados que, sin duda, son inéditos.
La seguridad de esta publicación es que a lo largo de estos años no ha tenido que reinventarse. Lo suyo, desde los orígenes, es el acompañamiento de la vida consagrada. Allí donde está, viviendo lo que vive. Nace en 1944 en tiempos realmente convulsos y se configura como respuesta a una inquietud carismática que, desde Antonio María Claret, está presente en los misioneros claretianos.
Se establece en aquellos años en Madrid, en la comunidad de Buen Suceso, donde hoy permanece. En torno a ella y en complementariedad, nacen más tarde, otras obras para cuidar otros acentos de la vida consagrada: ITVR, ERA y Publicaciones Claretianas. Se crea así un conjunto de iniciativas apostólicas que sostienen, en buena medida, el servicio de los misioneros claretianos a la vida consagrada de España y Latinoamérica.
La tentación en un aniversario es contentarnos con la memoria. Algo nos dice, sin embargo, que la oportunidad tiene que suponer una mirada al porvenir. Es lo que la sociedad y la vida consagrada necesitan. La revista Vida Religiosa que ofrece de manera ininterrumpida, cada año, un número mensual y cinco libros monográficos, ha captado que hay necesidades que hay que poner en rojo, y por tanto, ha de analizar, responder, cuidar y acompañar. No es lo nuestro el sensacionalismo y el vértigo de este tiempo que necesita titulares rotundos, aunque tengan pervivencia de minutos. Nunca hemos necesitado publicidad, porque la nuestra son las miles de comunidades que se mantienen fieles y en búsqueda y, en consecuencia, los centenares de miles de lectores y lectoras que en ellas viven. La realidad, se convierte así, en luz y espejo de lo que nuestras páginas ofrecen. Porque la intención de la revista no es crear necesidades inexistentes o responder a lo que nadie pregunta. Lo nuestro es iluminación, acompañamiento y formación.
Quienes trabajamos en la publicación estamos constantemente en contacto con la vida consagrada. Participamos en sus procesos de reorganización, inspiramos su formación y le damos forma y contenido a un estilo de liderazgo necesario para nuestro hoy. Nuestro aval es la presencia entre consagradas y consagrados que viven y vibran con el presente, con la reflexión teológica de nuestro tiempo, con el diálogo con la cultura donde la vida consagrada se inserta y se debe insertar y, por supuesto, con las nuevas generaciones.
Este aniversario nos invita a subrayar algunas convicciones. La primera de ellas es que no se puede hablar sobre la vida consagrada de manera general o resuelta. Hay visiones, apreciaciones e indicadores que, especialmente hoy, nos dan noticia de que los consagrados y consagradas son un cuerpo muy plural. No son justos algunos titulares que tienden, por tanto, a generalizar. En segundo lugar, la revista Vida Religiosa, ha captado que los procesos de reorganización de la vida consagrada suponen un esfuerzo muy notable para los institutos. Tan grande, que en la mayor parte de ellos, no ha sido del todo comprendido por sus miembros. Lo que dificulta sus pretensiones. Además son procesos inconclusos, porque han de ser emprendidos en comunión con el resto de institutos y agentes evangelizadores presentes en las iglesias locales. Se trata de una reorganización eclesial lo que está pidiendo el Espíritu para nuestro tiempo, no solo para una parte del santo pueblo fiel. Otra convicción profunda es que la gran renovación y reforma de la vida consagrada no se inscribe en el apartado de las estrategias, sino en el de la formación. Es para nuestra publicación el mayor reto y la convicción más segura: acompañar un proceso de formación que sea integral e integrador y devuelva, por así decirlo, a la persona consagrada a su experiencia comunitaria. Estamos convencidos en el compromiso de posibilitar nuevos espacios comunitarios, no gastados que, a su vez, generen otra proyección de los carismas.
No es para nosotros un drama la situación sociológica de la vida consagrada, formamos para que la debilidad no sea argumento para la protección. Los carismas son dones arriesgados del Espíritu, que no envejecen. Pero no bastan las palabras, el simposio Presente, memoria, porvenir, que se celebrará del 1 al 3 de marzo en Madrid para celebrar el 75 aniversario será una muestra clara de iniciativas, itinerarios y respuestas.
Luis Alberto Gonzalo Díez
Director de la revista Vida Religiosa