Sabíamos que el padre Jaime Garralda estaba muy enfermo después de vivir intensamente casi un siglo. Pese a saberlo, nos cuesta creer que ha fallecido, que ya no está entre nosotros. Nos cuesta, porque le hemos disfrutado y querido mucho, y porque sentimos que sigue entre nosotros y que nunca dejaremos de quererle.
Comencé conociendo sus andanzas por Vallecas, embarrado hasta las cejas, esas cejas peculiares que también sonreían.
Para quienes trabajamos en Instituciones Penitenciarias el padre Garralda supone toda una referencia por su empeño en liberar y reconstruir vidas, acogiendo permisos y libertades, impulsando cursos formativos, pero sobre todo, preocupándose por los niños que estaban en prisión. Hasta los tres años pueden convivir con su madres presas, por lo que dedicó mucho esfuerzo en que ese vínculo fuera lo más sano posible, promoviendo alternativas en unidades y pisos externos.
Innovador incansable, implicaba a la Administración en cambios legislativos y reformas necesarias, sabiéndose siempre impulsado por quien él llamaba su Potente Aliado. En el Módulo Familiar Mixto de la prisión de Aranjuez, donde madres y padres que cumplen condena educan el comienzo de vida de sus pequeños, módulo único en el panorama penitenciario internacional, compartimos fiestas de cumpleaños, carnavales, campamentos de verano, cabalgatas de Reyes, escuela de padres y madres, junto a voluntarios y profesionales. Sabía que la condena, más que entre muros, se cumple en el corazón, y ahí deseaba estar él siempre.
También compartimos estos últimos años en su fundación de Las Tablas despedida de vidas, rotas por la droga y el sida, desde su ternura y su sonrisa inquebrantable, abriendo horizontes…
Padre Jaime, sigue siempre sonriéndonos y nutriéndonos con tu espíritu.