A simple vista parece una clase de español, pero en realidad es un vehículo de integración de refugiados
La academia de idiomas Berlitz y ACNUR colaboran en un proyecto de integración de refugiados. «Les enseñamos español, por supuesto, pero aprenden a desenvolverse en nuestro país»
La llegada de refugiados a España supone la necesidad de realizar un esfuerzo para su integración. En ese proceso están precisamente Taha y Anna, aunque su dominio del castellano hace pensar que ya lo han conseguido. «Solo llevamos nueve meses en España», explica él. «Pero llevamos todo este tiempo estudiando el idioma», añade ella. Ambos son refugiados y matrimonio. Taha nació en Pakistán y Anna en Ucrania. Recalaron en Madrid huyendo de la «situación difícil» en el primer país y de «la guerra» del segundo. Ahora buscan labrarse un futuro laboral en España. «Soy ingeniero electromecánico», acierta a decir el refugiado pakistaní, pero «para encontrar trabajo primero necesito aprender el idioma bien».
Lo están haciendo en la escuela de idiomas Berlitz —fundada en 1878 por Maximilian Berlitz—, que tiene un programa para refugiados en colaboración con ACNUR España. «Ellos seleccionan a los interesados y nosotros nos encargamos de impartir las clases», explica Ginés Méndez, director General de Berlitz, en conversación con Alfa y Omega. Aunque en realidad es mucho más que eso. «Les enseñamos español, por supuesto, pero aprenden a desenvolverse en nuestro país».

Mucha formación
El resultado tiene un impacto grande en la sociedad. «Por lo general, son personas con una gran formación, por lo que darles la herramienta —el idioma— para que puedan aplicarla aquí contribuye al bien común», sostiene Méndez. A pesar de ello, todavía hay en el imaginario colectivo una imagen de los migrantes como de personas sin formación que vienen a España a aprovecharse de la coyuntura económica. No obstante, «la mayoría con las que yo me he encontrado tienen una cualificación increíble», subraya Ginés Méndez.
La colaboración entre Berlitz y ACNUR surgió hace ya un año y medio «como desarrollo de nuestra responsabilidad social corporativa», asegura el director general. «Queríamos hacer algo con el colectivo de refugiados y teníamos un contacto con el alto comisionado, a los que les pareció una muy buena idea».

Vivir con dignidad
Tras el acuerdo en la jerarquía, las aulas de la academia se abrieron para personas como Taha y Anna. Un pieza clave es la profesora Marta Sáinz de Medrano, que «lleva con nosotros muchísimos años. Ella es la encargada de llevar adelante este proyecto». La iniciativa «a simple vista parece una clase más pero desde el punto de vista profesional y humano significa mucho. Les ayudo no solamente a aprender español, sino a desenvolverse en nuestro país, a vivir con más dignidad, socializar, poder comunicarse…», asegura la maestra en un vídeo difundido por ACNUR.