A los Ulma los mataron, junto a sus siete hijos, por esconder a judíos
Una exposición en Alcalá de Henares repasa la gesta de esta familia polaca, que será beatificada de forma conjunta, incluido el bebé no nacido
El próximo 10 de septiembre, en la localidad polaca de Markowa, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, presidirá la Misa de beatificación de Józefy Wiktoria Ulma y de sus siete hijos, uno de ellos concebido y no nacido. A los Ulma los mataron los nazis el 24 de marzo de 1944 por haber ayudado a dos familias judías, los Szall y los Goldman, a cuyos ocho miembros también asesinaron ese mismo día.
En estos días, con ocasión de la próxima beatificación, la catedral magistral de los Santos Justo y Pastor de Alcalá de Henares acoge la exposición La familia Ulma. Muerte por humanidad, organizada gracias a la cooperación entre el Instituto Nacional de Memoria en Rzeszów, el comité creado por el presidente de la República de Polonia para las celebraciones que acompañan la beatificación de la familia Ulma, la Fundación Nacional Polaca, el padre Slawomir Wiktorowicz, presidente de la Asociación Polonia Domus Nostra, y el Instituto Polaco de Cultura.
El decreto del dicasterio relativo a la familia Ulma señalaba que los mataron por odio a la fe. Ciertamente fue ella la que inspiró esa conducta ejemplar de dar refugio, alimento y escondite a sus vecinos perseguidos por los nazis, que ocupaban Polonia desde 1939. Hay, en este sentido, un camino que condujo a los Ulma a entregar la vida misma en el seguimiento de Cristo. Esta exposición es valiosa, entre otras muchas cosas, porque refleja este aspecto de la vida de la familia.
En efecto, Józef y Wiktoria era personas de fe. Participaban activamente de la vida de la Iglesia. Acudían a los sacramentos. Vivían una vida religiosa en el seno de su matrimonio. Criaron a sus hijos de ese modo. Llegaron a arriesgar sus vidas hasta la muerte porque habían recorrido un camino de fe. Como san Pablo, debían de saber de quién se habían fiado. En una carta publicada en el marco de los preparativos de la Misa de beatificación, los obispos polacos han señalado que los Ulma son «una inspiración para los matrimonios y las familias modernas. Su actitud heroica testimonia que el amor es más poderoso que la muerte».
Cristo es el camino, la verdad y la vida. No debe sorprender que lo odien las ideologías de la muerte. En efecto, el odio a la Iglesia fue una de las fuerzas motrices del pensamiento nacionalsocialista. La oposición católica a los nazis se dio en toda Europa, pero en Polonia no se trataba solo de la fe amenazada, sino de la propia patria destruida. Los ocupantes alemanes —y entre 1939 y 1941 también los soviéticos— sabían que solo podrían acabar con Polonia si aniquilaban a la Iglesia, que a su vez fue una columna vertebral de la heroica resistencia polaca. Esa era la Iglesia de Józef y Wiktoria Ulma, la que dio gente como Stefan Wyszyński, Irena Sendler y san Juan Pablo II. Esa es la Iglesia que los nazis quisieron destruir.
La exposición, pequeña pero muy rica, permite muchos niveles de lectura. Desde la vitalidad de la Iglesia en los años previos a la guerra y las terribles condiciones de la ocupación de Polonia, que el III Reich y la URSS se repartieron en 1939, hasta la vida de un matrimonio cuyo fundamento era un amor iluminado por la fe, la visita abre posibilidades de reflexión para grupos de jóvenes, matrimonios y, en general, fieles que se interroguen acerca de la vida y el compromiso de fe.
La alma mater de la exposición es el sacerdote polaco, residente en Torrejón de Ardoz, Slawomir Wiktorowicz, que confirma a Alfa y Omega la buena acogida que está teniendo la muestra entre los fieles alcalaínos. «Desde que se abrieron las puertas, el pasado 23 de agosto, ha venido muchísima gente. Hay bastante interés. En la inauguración, por ejemplo, participaron más de 200 personas», asegura.
Algo similar ha ocurrido a lo largo de los años con los Ulma en su Polonia natal, donde según Wiktorowicz se les tiene una gran devoción. «Su asesinato los convirtió en un símbolo de todos aquellos polacos que acogieron y protegieron a los judíos de los nazis», destaca el sacerdote, que no podrá acudir a la beatificación prevista para el domingo 10 de septiembre.
Según el presbítero polaco, el interés por los Ulma tiene su origen en su forma de morir, pero principalmente en su forma de vivir. «Sus siete hijos, uno de ellos todavía en el vientre materno, nos hablan de la importancia que le daban al valor de la vida. Pero no solo desde la concepción, sino hasta la muerte natural. Por eso trataron de salvar a todos aquellos judíos», explica.
Y ese es el mensaje principal que a Wiktorowicz le gustaría que se grabara en el corazón de la gente que pasa por la exposición, «que aprendieran de los Ulma a crecer en preocupación por los demás, especialmente por los que más sufren». Una mirada por el prójimo que, en el caso de esta familia polaca —la primera en la historia que subirá a los altares de forma conjunta—, nace de una fe que les llevó a entregar la vida por el prójimo.