A esta, que es hija de Abrahán ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado? - Alfa y Omega

A esta, que es hija de Abrahán ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?

Lunes de la 30ª semana del tiempo ordinario / Lucas 13, 10-17

Carlos Pérez Laporta
La mujer encorvada. Jan van’t Hoff. Foto: Jan van’t Hoff / Gospelimages.com.

Evangelio: Lucas 13, 10-17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga.

Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y estaba encor- vada, sin poderse enderezar de ningún modo. Al verla, Jesús la llamó y le dijo:

«Mujer, quedas libre de tu enfermedad».

Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, se puso a decir a la gente:

«Hay seis días para trabajar; venid, pues, a que os curen en esos días y no en sábado». Pero el Señor le respondió y dijo:

«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata en sábado su buey o su burro del pesebre y lo lleva a abrevar?

Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?». Al decir estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba por todas las maravillas que hacía.

Comentario

Esta mujer «desde hacía dieciocho años estaba enferma». No aparece que hayan hablado. No aparece que sus apóstoles le hayan anticipado información sobre ella. Pero, «al verla, Jesús la llamó y le dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad”» y «le impuso las manos, y enseguida se puso derecha». Todo se produce rápido, inmediatamente. A Jesús le bastó verla para enseguida curarla, como si hubiera estado esperando él ese momento de encontrarla. Como si Él hubiera tenido a esta mujer ante sus ojos cada uno de esos días antes de encontrarla ahora, por fin. Como si, no sólo le hubiera visto desde fuera, sino que hubiera visto por dentro el pesar de su corazón, sufriendo con ella, o más que ella. Como si Jesús hubiera vivido con impotencia aquellos años. Como si Él hubiera cargado con aquellos dieciocho años más que ella. Como si le hubieran pesado más a Él que a ella: «a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?» Justo en día de sábado. Porque es el día en que descansó el Señor. Porque durante los seis días precedentes no descansó Dios en la creación, y durante los dieciocho años precedentes no descansó Jesús. Justo en sábado pudo descansar aquella mujer y pudo descansar Jesús. Justo en sábado aquella mujer pudo descansar de su angustia y Jesús de la suya. Y en ese encuentro entre Dios y la humanidad, justo en sábado, pudo descansar por fin Dios.