A cuatro años de su renuncia, Benedicto XVI está «en perfecta forma mental y espiritual», según su antiguo portavoz
Benedicto XVI está cada vez más satisfecho de la decisión de haber renunciado, al ver la labor de su sucesor. El afecto es mutuo: a Francisco se le ilumina el rostro cuando habla de su predecesor, a quien telefonea, escribe, visita o hace regalos con frecuencia
A los cuatro años de su renuncia, presentada el 11 de febrero de 2013, el Papa emérito Benedicto XVI se encuentra «en perfecta forma mental y espiritual», según ha afirmado el viernes su antiguo portavoz, Federico Lombardi, quien continúa colaborando con él como presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto VXI.
Confirmando la impresión de otras personas que visitan al Papa emérito en su residencia de los Jardines Vaticanos, Lombardi ha comentado a Radio Vaticana que «si bien las fuerzas mentales y espirituales son perfectas, las fuerzas físicas se van debilitando poco a poco».
Su antiguo portavoz subraya que «no sufre enfermedades particulares pero se nota que la fragilidad aumenta con la edad. En todo caso, está a pie, y puede caminar por la casa».
Benedicto XVI cumplirá noventa años el próximo 16 de abril, pero seguramente mantendrá su costumbre de reducir los festejos al mínimo, celebrando sobre todo, con las otras cinco personas de la casa.
En la residencia Mater Ecclesiae le acompañan su secretario particular Georg Gänswein, quien trabaja cada día con el Papa Francisco como jefe de la Casa Pontificia, y cuatro mujeres muy valiosas de Comunión y Liberación que se encargan de correspondencia, secretaría, y tareas domésticas. Es la pequeña «familia» de la época del pontificado, y se entienden todos muy bien.
Ya no escribe
Aunque Benedicto XVI ya no escribe, a lo largo del pasado año ha permitido que se publique una breve entrevista con el teólogo jesuita Jacques Servais, discípulo de Hans Urs von Balthasar, y otra más amplia con su biógrafo italiano Elio Gueriero.
Pero el verdadero regalo a tantas personas que le quieren ha sido el libro-entrevista Últimas conversaciones con el periodista bávaro Peter Seewald, autor de otros dos volúmenes similares, Sal de la tierra (1996) y Luz del mundo (2010).
La novedad de Últimas conversaciones es total. No tiene ningún precedente en la historia. Por primera vez un Papa cuenta su propio pontificado desde dentro pero, al mismo tiempo, con la serenidad que proviene de haber dejado de ejercerlo. Y lo hace con la honradez intelectual y humildad personal que siempre han caracterizado a Joseph Ratzinger.
Benedicto XVI está cada vez más satisfecho de la decisión de haber renunciado al ver cómo, año tras año, avanza la renovación espiritual de la Iglesia y los fieles católicos que promueve con todas sus fuerzas el Papa Francisco, a quien agradece «el regalo de una relación maravillosamente paterno-fraterna».
En realidad, el afecto es mutuo, y a Francisco se le ilumina el rostro cuando habla de su predecesor, a quien telefonea, escribe, visita o hace regalos con frecuencia.
Benedicto disfruta de paz interior y de una ancianidad muy serena, que suelen comentar con envidia las personas que le visitan en su residencia. Casi todas mantienen la discreción aunque, de vez en cuando, alguna cuelga las fotos en las redes sociales sin que eso suponga noticia especial.
El Papa emérito pasa a veces temporadas en que le resulta muy difícil caminar, y aplaza visitas, pero las reanuda en cuando vuelve a la normalidad. En todo caso, desempeña continuamente la misión que se asignó a sí mismo al renunciar: rezar por su sucesor y por la Iglesia «apartado del mundo».
Juan Vicente Boo / ABC