64 escaparates para la diócesis de Madrid
La Delegación Episcopal de Fundaciones de Madrid inició en 2016 su andadura con el objetivo de mejorar la gestión y coordinación de las 64 entidades dedicadas a fines sociales, educativos y culturales. Los beneficiarios directos rondan los 100.000
«La Iglesia nació para abrirse al mundo. No puede excluir a nadie». Esta fue la indicación dada hace unos días por el cardenal Osoro a los miembros de la Delegación Episcopal de Fundaciones de Madrid, organismo puesto en marcha hace un año con el objetivo de potenciar el servicio y mejorar la coordinación entre las diversas fundaciones diocesanas.
Son 64 en total, aunque con diferentes tipologías jurídicas: 34 son fundaciones canónicas, 20 civiles y una decena de ellas pertenece al protectorado canónico del Arzobispado de Madrid. Hay en total 1.200 trabajadores, sin contar el personal voluntario. Los beneficiarios rondan las 100.000 personas, concentradas en el ámbito educativo, social y sanitario. Eso incluye varios colegios concertados, un colegio mayor para universitarios (el Roncalli), centros ocupacionales para personas con discapacidad intelectual, residencias para mayores y enfermos, proyectos para personas sin hogar… A todo lo cual hay que sumar diversas obras culturales, entre ellas la Fundación San Agustín, editora de Alfa y Omega.
Al frente de este proyecto está David López Royo, delegado episcopal de Fundaciones, a quien el arzobispo encargó que impulsara políticas de transparencia y buenas prácticas de gestión análogas a las que se están implantando en el conjunto de la administración diocesana.
«La sociedad nos está exigiendo transparencia», afirma López Royo. «Pero además –asegura– don Carlos Osoro la está impulsando por convicción». Una de las primeras actuaciones del prelado al frente de la archidiócesis fue encargar una auditoría a la consultora PwC, a la que la Delegación de Fundaciones añadió otro estudio específico.
Se trata de dar un nuevo impulso al camino iniciado en España en 1994 con la ley de fundaciones, que obligó a muchas de estas instituciones –algunas con una larga historia a sus espaldas– a actualizar sus métodos de gestión. «La Iglesia se sumó a esta tendencia introduciendo en los patronatos a miembros de solvencia personal y profesional», explica el delegado episcopal. Pero en algunos casos hacía falta una nueva vuelta de tuerca: «No podemos gestionar como se hacía hace diez años, ni siquiera como hace dos. Los tiempos nos marcan un ritmo vertiginoso», añade.
«Hacer marca Arzobispado»
David López Royo elude la palabra «integración». Prefiere utilizar expresiones como «trabajo colectivo» o «mejorar la coordinación». Y habla de un «proceso gradual» al que, hasta ahora, se han incorporado doce fundaciones. No hay prisas. «Estos procesos exigen confianza mutua, empatía y flexibilidad, y el tiempo es un gran aliado» para sumar «fuerzas y capacidades», asegura.
Mientras tanto toca hacer pedagogía. «Una gestión más coordinada permite una asignación y distribución de los recursos más eficiente y transparente», argumenta López Royo. Otro importante incentivo es lograr una mayor incidencia social. Al entrar en contacto unas con otras, las fundaciones han descubierto que «no están solas y han intuido el gran potencial de trabajar conjuntamente. De lo que se trata ahora es de avanzar de una manera coordinada que nos ayude a tener una mayor visibilidad en la sociedad», de modo que «se conozca todo esto que hace la diócesis». Hacer «marca Arzobispado», en otras palabras. En esa línea, en octubre se presentará la página web de la delegación. «Será la herramienta con la que todas las fundaciones nos daremos a conocer de manera conjunta a la sociedad», afirma el delegado.
Laura García Pesquera / R. B.
La creación de una Delegación diocesana de Fundaciones es algo novedoso en España. El reto, por un lado, es que estas fundaciones sean «un ejemplo de gestión en el marco de una economía social de mercado», afirma David López Royo, para quien «debemos ser un modelo de eficiencia que tenga en el centro de las organizaciones sociales, a la persona, en el contexto de una economía al servicio del bien común».
Pero además esta delegación tiene la vocación de ponerse al servicio de toda la Iglesia. «Estamos apoyando a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl (Provincia de Santa Luisa de Marillac y Provincia de San Vicente de Paul), que solicitaron nuestro asesoramiento para trazar en conjunto la viabilidad futura de las fundaciones pertenecientes a esta institución», cuenta el delegado.
Para seguir avanzando en este proyecto, López Royo valora especialmente el intercambio de información con otros lugares. «Nuestra delegación se está nutriendo de otras experiencias en otras diócesis, como la de Málaga, a través de la Fundación Virgen de la Victoria, referente en temas educativos», afirma. «Este es un camino muy interesante para la Iglesia, en donde tenemos distintas experiencias, y sería bueno que pudiésemos reflexionar juntos, porque podemos ayudarnos y enriquecernos mutuamente. Esto puede ser muy positivo ya que todos estamos en el mismo proyecto».
Ese «todos» incluye especialmente a los laicos. En su visita a la Delegación de Fundaciones, el cardenal Osoro pidió «abandonar el clericalismo» y la endogamia. La petición, para David López Royo, se traduce también en el reto de implicar más a fondo en la misión de la Iglesia a los 1.200 trabajadores de las fundaciones diocesanas. Para muchas personas –admite– ellos serán el rostro más inmediato de la archidiócesis.
«Si el alumno se aburre en clase, no va a aprender». De esta premisa parte el proyecto educativo de los dos colegios de la Fundación de Santamarca y de San Ramón y San Antonio (Fusara), presidida por el arzobispo de Madrid, que cuenta en su patronato con la alcaldesa y la delegada del Gobierno en la Comunidad. El colegio Fundación Santamarca y el colegio San Ramón y San Antonio, ambos concertados y situados a uno y otro lado del parque de Berlín, implantaron hace tres años los programas Amco y Progentis, que buscan fomentar el pensamiento creativo a través del aprendizaje oral y la comprensión lectora. «Los alumnos necesitan que se les sorprenda en el aula», explican desde la institución, insistiendo en la importancia de «educar a personas activas, no pasivas».
Uno de los patronatos que preside David López en representación del cardenal Osoro es el de la Fundación Luca de Tena, surgida en 1933 gracias al fundador del diario ABC, con el objetivo prioritario de ayudar a familias de periodistas en situación de necesidad. La institución, con presencia minoritaria de la archidiócesis de Madrid, lleva a cabo hoy además otros proyectos para «potenciar y divulgar el conocimiento del nuevo periodismo» y la adaptación a las nuevas tecnologías de la información, en colaboración con diversas universidades españolas y latinoamericanas y asociaciones de prensa. Una de las herramientas para esta misión es la web laboratoriodeperiodismo.org
La Fundación El Buen Samaritano cuenta con cuatro centros en Carabanchel y Villaverde dedicados a la atención de personas con enfermedades mentales, y espera abrir en 2017 –más bien, refundar– un centro de día en Barajas: el Centro Ocupacional San Pedro Apóstol, con diversas actividades y talleres para usuarios de entre 18 y los 65 años. El 1 de enero 2018, el Buen Samaritano abrirá además en Madrid dos pisos y dos centros de rehabilitación psicosocial y sociolaboral, y ofrecerá un servicio de atención domiciliaria en coordinación con los programas de cada distrito municipal.