Una riqueza que es nuestra
«La Iglesia considera todos los ritos como un verdadero tesoro». Dentro de ellos, el hispano-mozárabe «es una riqueza que debemos sentir como nuestra», dice el Delegado de la archidiócesis de Toledo para este rito. Es una liturgia que debe mucho a santos como san Ildefonso, y que, desde el Vaticano II, está siendo redescubierta. «La gente queda sorprendida»
En la fiesta de san Ildefonso, el 23 de enero, monseñor Braulio Rodríguez celebró, en la catedral de Toledo, la Misa por el rito hispano-mozárabe. Como arzobispo de esta sede, es el superior de este rito, que utilizó la Iglesia en España durante sus primeros siglos de Historia. En él celebraron, y contribuyeron a su máximo esplendor, santos como Leandro e Isidoro de Sevilla, Eugenio o Julián, además del mismo Ildefonso.
No es una reliquia del pasado. Dos parroquias toledanas lo mantienen desde tiempo inmemorial, y en la catedral hay cada día una Misa en este rito. Es más: desde el Vaticano II, está siendo redescubierto y puesto en valor. Prueba de ello es la Delegación diocesana creada en Toledo, hace poco más de un año, como heredera de la Comisión que creó el cardenal Marcelo González para restaurar su pureza primitiva, como pidió el Concilio.
Se llama rito hispano, rito visigótico, o rito mozárabe. Los textos oficialmente aprobados utilizan la fórmula «hispano-mozárabe».
–Como reacción frente al arrianismo, que estuvo muy extendido entre los visigodos, este rito acentúa mucho la divinidad de Jesucristo.
–En la Misa, todos los días se reza el Credo y se conmemora a muchos mártires y santos de las épocas romana y visigoda. «Para los visigodos, eran recientes, y a los mozárabes», bajo dominio musulmán, «su presencia les reconfortaba y alentaba».
–Sus Misas siempre tienen tres lecturas –cuatro en Cuaresma–, mientras que el rito romano, durante siglos, sólo tuvo una y el Evangelio. Por tanto, y mientras entendió el latín, el fiel mozárabe tenía más acceso a la Palabra de Dios.
–La liturgia hispano-mozárabe es muy participada, como un diálogo continuo entre el celebrante y el pueblo. El Padrenuestro lo reza el sacerdote, y el pueblo responde «Amén» a cada frase.
–Algunos elementos muy conocidos para nosotros, como la fiesta de la Virgen de la Esperanza (18 de diciembre), la tercera fórmula del rito del Matrimonio, y la velatio o ceremonia del yugo de este mismo sacramento, tienen su origen en este rito.
Aunque es una institución diocesana –explica don Juan Manuel Sierra, el Delegado–, «somos un punto de referencia, y asesoramos a otras diócesis, cuando nos lo piden. Ya me han llamado de varias preguntando los pasos a seguir» para celebrar según este rito. Son, sobre todo, celebraciones esporádicas, aunque hay diócesis, como Madrid, con una Misa mozárabe semanal. Unas y otras muestran que «hay un interés creciente. Cuando le hablas a la gente, y cuando va conociendo los textos, queda gratamente sorprendida».
Una de sus prioridades es retomar la preparación y revisión de los textos litúrgicos. En tiempos de don Marcelo, se terminaron el Misal y los leccionarios en latín, que están traducidos de forma provisional, pero que aún necesitan una traducción oficial «lo más fiel posible al texto latino y, al mismo tiempo, con calidad literaria. También está pendiente una edición revisada de la Liturgia de las Horas, y de los rituales de los sacramentos».
La Delegación está integrada en el área de Nueva Evangelización e Iniciación Cristiana. Su responsable está convencido de que tiene mucho que aportar a la Iglesia en España: «En primer lugar, para conocer la base de nuestra fe, porque nuestros antepasados celebraban así, y muchos elementos de nuestra vida cristiana proceden de esta liturgia. Por otra parte, es de un gran contenido teológico y, al mismo tiempo, tremendamente emotiva en comparación con el rito romano, que es muy parco. El mozárabe es más cercano a los ritos orientales, se puede decir que es entrañable, y eso también ayuda a la fe. Y, al mismo tiempo, abre nuestros horizontes a la riqueza de la Iglesia y a valorar otras realidades. Estamos familiarizados con una forma de celebrar muy buena y rica, pero que no es la única. Como dice el Vaticano II en Sacrosanctum Concilium, la Iglesia considera todos los ritos como un verdadero tesoro. Es una riqueza que debemos sentir como nuestra».
El rito hispano-mozárabe empezó a caer en desuso cuando el Papa Gregorio VII (1020-1085) extendió el rito romano a toda la cristiandad. Los reinos de Aragón y Castilla acabaron adoptándolo, mientras que el rito mozárabe se mantuvo en los territorios musulmanes. En 1085, Alfonso VI reconquistó Toledo, y ante la resistencia de los cristianos mozárabes a perder su liturgia, se decidió que seis parroquias personales –como son las castrenses– mantendrían este rito para ellos y sus descendientes, que hoy son unas 2.000 familias. Hoy quedan cuatro parroquias, agrupadas en dos: Santa Eulalia, y Santas Justa y Rufina. «Los fieles de mi parroquia tienen doble parroquia: la territorial, donde los niños hacen la iniciación cristiana, y ésta –explica el padre José Antonio Martínez, párroco de esta última–. Tenemos pruebas, que se remontan a 1560, de que sus antepasados pagaban aquí los diezmos. Celebro en rito romano entre semana, y en mozárabe casi todos los fines de semana». Las familias mozárabes se agrupan también en la Hermandad de Caballeros y Damas Mozárabes, conocida sobre todo por su participación en la procesión de Corpus (en la imagen).