Celia no sabe lo que es levantarse sin dolor. «Ahora valoro más el cariño de mi familia»
Una enferma, una familiar de otro, una médico, una voluntaria y una religiosa abordaron el sufrimiento y la enfermedad en la Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud que la archidiócesis de Madrid inauguró este jueves
Celia lleva 30 años sin saber cómo es acostarse y levantarse sin ningún dolor. Almudena dejó su trabajo y volvió a casa para cuidar de su madre enferma. Clara es voluntaria en un hospital para ser no solo «médico de cuerpos, sino también médico de almas». Mª Dolores es doctora en Medicina y ex paciente de cáncer. Mª José es una religiosa que trabaja en un psiquiátrico. Todas ellas compartieron sus experiencias sobre la experiencia de la enfermedad desde distintos puntos de vista durante el comienzo de la Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud que la Delegación diocesana homóloga celebró este jueves.
Durante la mesa de experiencias, Celia transmitió un mensaje de esperanza. La ceguera y una enfermedad que apenas le deja levantarse le han hecho mirar hacia dentro y descubrir la grandeza de Dios: «Él siempre está», asegura. Ella ha visto como Dios se ha valido de los medios a su alrededor para darle la fuerza para seguir hacia delante. Ahora, «valoro mucho más todo el cariño que tiene mi familia conmigo».
La enfermedad genera una soledad que necesita acompañamiento. En ese contexto, «encuentras la fe como si fuera una aspirina» dice Mª Dolores. Con menos experiencia, también Clara ha visto que «la soledad es la enfermedad más prevalente del mundo». Por eso, recién graduada médico decidió luchar contra ella no solo médico sino también como voluntaria. Quería «ofrecer algo que tenía a los demás», no como médico sino como persona que se encuentra con pacientes «más cerca de la muerte pero más cerca de la vida». En esta labor, juega un papel importante la oración, en la que se puede obrar un pequeño milagro.
El papel de la familia
Estas experiencias apuntan a que, como añade Mª Dolores, el bienestar de un paciente no es solo físico sino también psicológico y social. Para este bienestar, las familias cobran un papel muy importante pero doloroso. Escuchar a su corazón, tiempo para sí misma y alguien con quien hablar son las tres cosas que ayudaron a Almudena a sobrellevar este cambio de 180º en su vida después de hacerse cargo de su madre.
Un ámbito a menudo invisible en el mundo de la enfermedad es el de la enfermedad mental. Respetar y estar ahí para todo el mundo es la filosofía de Mª José en el psiquiátrico en el que trabaja. «Hay que pasar y dejarse tocar, que ellos te busquen», añade. El mensaje de humanidad que es el mensaje de Dios es «estar, mirar, sonreír» porque «sus almas están sanas».
La inauguración contó también con la ponencia de Francisco Centeno Cristóbal, biblista y capellán del Hospital Puerta de Hierro, quien habló de El ser humano ante Dios: salud integral en la Biblia. La segunda parte de la jornada se celebrará este sábado con una Eucaristía en la catedral de la Almudena. Presidida por el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, la Misa dará comienzo a las 19 horas. A la misma están invitados a asistir de manera especial todas las persoonas que sufren a consecuencia de la enfermedad y quienes los cuidan (familia, profesionales, voluntarios, agentes de pastoral de la salud, capellanes…).