«Me despidieron por pedir reducción de jornada»
El Gobierno tiene entre sus prioridades fomentar la conciliación, pero queda todavía mucho por hacer
Cuando la baja de maternidad de Usúe Madinaveitia estaba a punto de terminarse, sus compañeros de trabajo «empezaron a preguntar si iba a coger jornada reducida. A ellos se lo preguntaban desde Recursos Humanos». Cuando esta madrileña decidió hacerlo, sus jefes la citaron «en una cafetería. Me dijeron que había un cambio en la empresa y mi puesto dejaba de existir. En realidad, solo le cambiaron el nombre». Con esta estratagema, su empresa podía invitarla a irse a pesar de que, por haber pedido reducción de jornada, estaba protegida frente al despido. Aceptó una salida negociada, y dejó un trabajo donde «no me querían».
Intentó poner en marcha su propia empresa a la vez que investigaba sobre conciliación de la vida laboral, la personal y la familiar, no solo para atender a los hijos, sino también a dependientes o mayores. Desde 2014 ha publicado ocho libros electrónicos con 200 historias de madres, padres y empresas. El primero llegó a descargarse 700 veces en un día. Desde la web #MamiConcilia colabora con la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles (ARHOE), la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción y la Fundación Másfamilia, que aportó ejemplos de buenas prácticas para su libro de empresas.
Los testimonios de #MamiConcilia –también bajo las etiquetas #PapiConcilia y #MiEmpresaConcilia– han ayudado a dar visibilidad a una cuestión en la que «estas entidades llevan trabajando años». La demanda popular ha crecido, y «los partidos no han tenido más remedio que incorporarla a sus programas». De hecho, se ha convertido en una prioridad del acuerdo entre PP y Ciudadanos para la formación de Gobierno. La prolongación del permiso de paternidad a un mes, congelada desde 2013, es ya un hecho, y hoy se debatirá en el Congreso una propuesta del PSOE para equipararla al de maternidad. Además, el Gobierno prepara un pacto nacional con medidas como fomentar que la jornada laboral acabe a las seis y aumentar los mecanismos de flexibilidad horaria –bolsas de horas– y espacial –teletrabajo–.
«Te recomiendan no denunciar» el mobbing
La realidad que describen los testimonios recogidos por #MamiConcilia es muy distinta: despidos camuflados, obstáculos para pedir reducción de jornada o turnos fijos, retirada de las funciones propias –«tengo madres que se han pasado meses sin nada que hacer»–… «Todo para que renuncies tú. Y casi todos los abogados te recomiendan que no denuncies porque es muy complicado demostrar el mobbing». En este contexto, «muchas mujeres trabajadoras evitan tener hijos porque se están jugando el puesto», explica Juan Fernández de la Cueva, director de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española, que atribuye a esta situación un porcentaje importante de los abortos.
Ya no es solo cosa de mujeres. A #MamiConcilia ha llegado el caso de un padre despedido inmediatamente después de saberse que el permiso de paternidad se iba a prolongar a un mes; y de tres que recibieron el finiquito por pedir reducción de jornada. En diez años, las reducciones pedidas por padres han pasado del 2,1 % al 4,7 %. Para Madinaveitia, «es un avance» que se esté pasando «de discriminación por maternidad a discriminación por hijos». Por eso considera importantes que los permisos de paternidad y maternidad sean iguales e intransferibles, para que no se penalice a la mujer por disfrutarlos. En cuanto al resto de medidas, cuenta con que al principio aumentará la discriminación a padres. Pero «seremos más para hacer ruido y cambiar las cosas».
De cara al pacto nacional por la conciliación, es prudente hasta ver «cómo se va a materializar. Si es para avanzar hacia una mayor flexibilidad», que valore el cumplimiento de objetivos y no simplemente estar en el puesto de trabajo, «será fenomenal». Pero puede que el resultado sea el contrario. Cita como ejemplo una instrucción de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social dada el año pasado para intensificar el control del cumplimiento de los horarios laborales. Pretende reducir los 6,3 millones de horas extra a la semana –el 56 % no pagadas– que se realizaron en 2015. «Pero al final penaliza también a las empresas que son flexibles y donde no se ficha», advierte Madinaveitia.
Una vez hay leyes a favor de la conciliación, el siguiente paso es su cumplimiento. El embarazo, los permisos de paternidad y maternidad, y las reducciones de jornada y excedencias por cuidado de un menor protegen frente al despido, y aun así muchas empresas logran deshacerse de sus trabajadores de forma casi impune.
Ni se cumple ni se controla
Sara García, secretaria confederal de Acción Sindical e Igualdad del sindicato USO, explica que «hay empresas grandes» preocupadas por la Responsabilidad Social Corporativa y con posibilidades tecnológicas «que sí cuidan» la conciliación. Pero no son mayoría. Desde 2007, la ley de igualdad obliga a todas las empresas de más de 250 trabajadores a elaborar un plan de igualdad que incluya medidas de conciliación, «y solo lo tiene el 10 %».
No es fácil conciliar –explica García– en los trabajos por turnos, sobre todo si varias personas piden reducción o turno fijo a la vez. Tampoco en las pymes, el 99,9 % del tejido empresarial español. «No les puedes decir por decreto que adopten medidas de conciliación» sin ayudarlas. Había una subvención para implantar planes de igualdad, pero el Gobierno acaba de eliminarla. Si, además, el trabajo es precario, el equilibrio es casi imposible. «¿Qué conciliación se hace en hostelería, con contratos de semanas o días? ¿Cuánta gente con una jornada parcial trabaja más horas que en una completa?». La amenaza del desempleo es un elemento de presión importante.
Un problema añadido es, para García, la falta de implicación de la Inspección de Trabajo. En España, en 2015 había 1.800 inspectores y subinspectores de trabajo, uno por cada 10.000 trabajadores. En Francia, la ratio es de uno por cada 8.000 asalariados. «Ya en seguridad los mismos inspectores nos comentan confidencialmente que no llegan. Más aún en conciliación. Los temas de igualdad no son prioritarios». Las inspecciones relacionadas con conciliación y maternidad en 2015 fueron el 3,84 % de las planificadas, dentro del 11 % dedicadas a la igualdad.
Queda todavía, por tanto, mucho por hacer. Y hay que hacerlo «sobre tres patas –aclara Madinaveitia–: Gobierno, empresa y sociedad civil. Hace falta visibilizar» lo que se hace bien. «También es necesaria mucha responsabilidad en el trabajo. Muchas veces echamos balones fuera. Pero, ¿tú qué haces? Aunque sea difícil, al menos intenta cambiar» a una empresa que concilie. «O, si tienes el trabajo hecho, sal a tu hora».
«Como sociedad, nos construimos una trampa: cuando haya crecimiento abordaremos la pobreza; cuando se resuelvan los problemas de empleo ofreceremos conciliación… Pero no podemos esperar. Para algunas personas sería demasiado tarde», afirma Kiko Lorenzo, coordinador del equipo de estudios de Cáritas Española y de la Fundación FOESSA. «La recuperación que parecen ofrecer los indicadores macroeconómicos se está consolidando con un empleo precario y débil, en el que probablemente hay que buscar complementos» –más horas o varios trabajos–, «a costa de la vida personal».
El mismo sentido de urgencia tiene Juan Fernández de la Cueva, delegado de Pastoral del Trabajo de la archidiócesis de Madrid y director de Pastoral Obrera en la CEE. Para él, conciliar «es cada vez más difícil, y a veces imposible», y las medidas que se toman «son como dar una aspirina para curar un cáncer», porque la causa profunda es «un sistema económico que busca la máxima ganancia con el mínimo coste». Por eso, Pastoral del Trabajo de Madrid organiza el 9 de febrero, en la sede de Hermandades del Trabajo, un café-tertulia sobre este tema, en el que participarán representantes de Comisiones Obreras, Economía de Comunión y HOAC.