Con Benedicto XVI
Tras el consistorio, Francisco y los nuevos cardenales acudieron a saludar a Benedicto XVI al monasterio Mater Ecclesiae y a rezar con él. «Ha sido entrañable ver a los dos juntos», dijo el arzobispo de Madrid.
El roquete de Tarancón
El arzobispo de Madrid ha heredado el roquete (vestidura eclesiástica de tela blanca) que perteneció a su antecesor, el cardenal Vicente Tarancón. Este lo legó al arzobispo de Barcelona, Ricard María Carles, con el encargo de que algún día se lo entregara a alguien que pensara que podría llegar necesitarlo. En Valencia, «me lo dio un día antes de morir, y yo se lo iba a dar a alguien, pero resulta que me tocó a mí», contó Carlos Osoro.
Santa María en Trastevere
«La más bella iglesia de Roma para el más bello cardenal del mundo». El arzobispo Vincenzo Paglia, primer párroco de Santa María en Trastevere desde que Juan Pablo II encomendó esta basílica a la Comunidad de Sant’Egidio, se felicitaba así por la decisión del Papa de asignar al arzobispo de Madrid esta iglesia, fundada en el siglo III por el Papa Calixto I. La parroquia –cuenta el actual párroco, monseñor Marco Gnavi– tiene una intensa actividad, con la visita continua de peregrinos y celebraciones especiales por la paz o los enfermos.
Azucena, su catequista
Entre quienes no se quisieron perder el consistorio estaba Azucena Cano, que fue catequista de Primera Comunión del cardenal Carlos Osoro: «Muy majo, muy obediente, muy prudente». Y también «muy dadivoso con los pobres», le describe. «Él dice que por mí llegó a ser sacerdote», por algo que ella escribió en la estampita de su Primera Comunión, aunque Azucena no recuerda qué fue.