Los mártires albaneses son una llamada «al recuerdo y al perdón»
«El genocidio religioso de la dictadura comunista del siglo pasado es una página trágica de la historia europea», subrayó el cardenal Angelo Amato este sábado durante la beatificación en Albania de 38 mártires
La iglesia católica albanesa celebró hoy, en la ciudad norteña de Shkodra, la ceremonia de beatificación de 38 mártires asesinados por su fidelidad a Dios durante el régimen comunista, uno de los más duros de Europa.
El acto se desarrolló en la catedral de San Esteban de la localidad, centro del catolicismo albanés, y lugar de origen y de actividad de la mayoría de los 38 beatificados, y a él acudieron cinco cardenales del Vaticano, unos 10.000 peregrinos, algunos de ellos extranjeros, así como el jefe del Estado, Bujar Nishani, el presidente del parlamento, Ilir Meta, ministros y representantes de otras religiones.
También estaba presente Ernest Troshani, sacerdote albanés que pasó 28 años encarcelado por el régimen comunista y que será creado cardenal por el Papa Francisco el próximo 19 de noviembre.
«Recordar y perdonar»
La ceremonia fue presidida por el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato. Durante la homilía, el cardenal ha señalado que «frente al genocidio religioso de la dictadura comunista del siglo pasado», que es «un página trágica de la historia europea», los católicos deben «recordar y perdonar».
Los 38 beatos —dos arzobispos, 21 sacerdotes, 7 franciscanos, 3 jesuitas, 4 laicos y un seminarista— fueron asesinados entre los años 1945 y 1974, y no todos eran albaneses, sino que dos procedían de Alemania y uno de Italia. Forman parte de los alrededor de 130 sacerdotes católicos que fueron ejecutados o murieron tras ser torturados en las cárceles comunistas hasta 1991 acusados de ser «espías» del Vaticano.
Su memoria «sirve para reforzar la invitación de Jesús a perdonar a los enemigos, a amarlos y a orar por los perseguidores». Por eso, los católicos no deben heredar «actitudes de odio, de rencor y división, sino sentimientos de amor, fraternidad y concordia». Este es el regalo de la Iglesia al pueblo albanés, para que «viva con ánimo reconciliado la convivencia con los hermanos».
Un pueblo que conservó la fe
El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos ha reconocido que muchos, ante la «tormenta de humillaciones y de sangre se preguntaban dónde estaba Dios. Pero fueron los propios mártires los que respondieron que el Señor estaba con ellos».
A esta fe también se aferraron los católicos albaneses, incluso durante la persecución. Así lo recordó el cardenal: «Cuando faltaban los sacerdotes eran los padres los que bautizaban a los hijos, los instruían en la fe, bendecían los matrimonios. También la oración y el rezo del rosario se intensificaron. Se visitaban los museos solo para contemplar el crucifijo y las imágenes sagradas».
En 1967 el dictador estalinista Enver Hoxha abolió todas las prácticas religiosas, destruyó iglesias y mezquitas, y a otras les dio los más diversos usos, y esta abolición fue sancionada por la Constitución de 1976, que declaró a Albania el primer país ateo del mundo.
Incluso se habían prohibido los nombres cristianos, pero «los niños se llamaban en la escuela por el nombre secular, y en casa por el de bautismo», recordó el cardenal Amato.
La libertad religiosa regresó tras la caída de la dictadura en 1991. Desde entonces dos papas, Juan Pablo II y Francisco, han visitado el país, donde históricamente ha vivido en paz la mayoría musulmana con las comunidades cristianas minoritarias católica y ortodoxa.
Efe / Redacción