No hay duda del influjo de Bob Dylan en las generaciones pasadas, presentes y probablemente futuras. Es la única persona que reúne un Nobel, un Oscar musical, un Príncipe de Asturias, diez Grammys y un Pulitzer, además de varios doctorados por diferentes universidades. En el caso del Nobel de Literatura, la academia sueca señala que el premio le ha sido concedido por «haber contribuido a crear una nueva expresión poética dentro de la tradición de la canción estadounidense».
Esa creatividad poética también se descubre en sus canciones de contenido cristiano. Un contenido que resulta evidente en la trilogía formada por tres álbumes publicados entre 1979 y 1981. En ellos aparecen textos donde confiesa su fe a Jesucristo. Lo manifiesta en continuas referencias a los Evangelios, a las cartas de san Pablo y al Apocalipsis. El primero de estos tres álbumes lleva por título Slow train coming (El tren que avanza despacio). Este disco comienza con una canción, Gotta serve somebody (Tienes que servir a alguien), cuya interacción entre texto y música es magistral. Momentos especialmente significativos de su cristianismo se encuentran en el siguiente álbum, Saved (Salvado), donde encontramos expresiones tan intensas dirigidas a Cristo como su canción What can I do for you (¿Qué puedo hacer por Ti?).
Esta trilogía cristiana supuso un punto de inflexión en su carrera, pero antes y después de dicho periodo la obra de Dylan aparece sembrada de referencias a su religiosidad, manifestando así el influjo del ambiente familiar judío donde creció. Ya su álbum de debut, en 1962, recoge inquietudes sobre la muerte y el más allá. Lo hace por ejemplo en In my time of dying (En el momento de mi muerte) o en Gospel plow (La tierra arada del Evangelio). Su visión providencialista y el valor de la familia como transmisora de la fe queda asimismo reflejada en God knows (Dios sabe) y Precious memories (Recuerdos preciosos).
La libertad artística que ha manifestado a lo largo de su carrera quedó clara una vez más el 27 de septiembre de 1997, cuando actuó en el Congreso Eucarístico de Bolonia ante san Juan Pablo II y multitud de jóvenes. Según testigos presenciales, tras el concierto el Papa no solo le bendijo y le regaló un rosario: aludiendo a su himno Blowing in the wind (Soplando en el viento), san Juan Pablo II le dijo: «La respuesta está en el viento que transmite la voz del Espíritu y que por el camino de la música se dirige al encuentro de Jesús». Dylan no pudo reprimir sus lágrimas.
Javier Ledesma Saúco
Sacerdote de Ciudad Real