Aprender el oficio de obispo
Cinco obispos españoles participaron la semana pasada en un curso de formación para noveles en Roma junto a otros 151 de todo el mundo. Se les explica la importancia de ser servidor de comunión, padre y guía de los sacerdotes, compañero de las familias… El Papa les puso tarea: proponer la misericordia al mundo de manera accesible, tangible y presente, porque «el mundo está cansado de seductores mentirosos»
Del 11 al 18 de septiembre, 156 obispos nombrados en el último año de diferentes regiones del mundo participaron en un curso de formación para prelados noveles que organiza la Congregación para los Obispos en colaboración con la Congregación para las Iglesias Orientales, y en el que participaron cinco españoles: el obispo de Vitoria, monseñor Juan Carlos Elizalde; el obispo de Mondoñedo-Ferrol, monseñor Luis Ángel de las Heras; el obispo de Palencia, monseñor Manuel Herrero; el obispo auxiliar de Valladolid, monseñor Luis Javier Argüello, y el obispo auxiliar de Valencia, monseñor Arturo Ros.
Durante las sesiones se abordaron distintos aspectos de la labor de un obispo al frente de una diócesis. Entre ellos, la figura del obispo como servidor de comunión o como padre y guía del presbiterio, del mismo modo que hubo tiempo para reflexionar sobre la familia como Iglesia doméstica y célula base del pueblo de Dios, tema sobre el que les habló el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro. Los abusos sexuales a menores, el diálogo interreligioso, la comunicación o la administración son otros de los temas que se abordaron en sesiones de mañana, tarde y noche, que comenzaban después de la Eucaristía de las 7:30 horas y se prolongaban hasta las 22:30 horas. Presidía cada día la Eucaristía un miembro de la Curia romana; en concreto, João Braz de Aviz, Bernardino Stella, Angelo Amato, Rino Fisichella y el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin.
En conversación con Alfa y Omega, monseñor Luis Ángel de las Heras reconoce que en toda la formación recibida está muy presente la perspectiva pastoral del Papa Francisco: «Lo impregna todo, pues todos los temas que se trataron tenían su impronta».
El propio Pontífice recibió el viernes 16 en audiencia a los nuevos obispos en la Sala Clementina y les dirigió un discurso de 40 minutos en el que les invitó «a proponer la misericordia como síntesis de cuanto Dios ofrece al mundo». Una tarea que, según les dijo, no es tan fácil y, por tanto, es importante hacerla accesible, tangible y presente en las Iglesias particulares, de modo que sean lugares donde esté presente la santidad, la verdad y el amor. Y les advirtió: «El mundo está cansado de seductores mentirosos. Y me permito decir: de sacerdotes a la moda o de obispos a la moda. La gente se da cuenta y se aleja cuando reconoce a los narcisistas, los manipuladores, los defensores de sus propias causas, los promotores de banales cruzadas».
A un nivel más concreto, Francisco les animó a promover la formación de los seminaristas, al tiempo que pidió «prudencia y responsabilidad en acoger a los candidatos o incardinar a sacerdotes en sus Iglesias». También les animó a acompañar a las familias: «No pasen sin ver sus fragilidades. Deténganse para dejar que su corazón de pastores sea atravesado de la visión de sus heridas; acérquense con delicadeza y sin miedo. Pongan ante sus ojos la alegría del amor auténtico y de la gracia con la cual Dios lo eleva a la participación del propio amor».
Después de estas palabras, «saludó uno a uno a los obispos. Éramos 156 y no perdió la sonrisa en ningún momento. Le vi pletórico», asegura monseñor De las Heras, quien antes de entrar a la audiencia había escrito el siguiente mensaje en Twitter: «En cada obispo, el Papa acoge a cada diocesano. Por eso, hoy sois recibidos todos y cada uno de Mondoñedo-Ferrol».
Al margen de las sesiones de formación y el encuentro con el Pontífice, el curso para nuevos obispos es muy valorado porque ofrece un espacio de convivencia entre obispos de distintas partes del mundo, cada uno con sus particularidades y una problemática concreta. «Es uno de los aspectos más queridos por todos –concluye el obispo de Mondoñedo-Ferrol–, pues nos permite conocer de primera mano realidades complicadas como las de Alepo, en Siria, Líbano, India, Venezuela o Colombia».
Los nuevos obispos recibieron una sesión de formación sobre la cuestión de los abusos sexuales a cargo de la Comisión para la Protección de los Menores. Su presidente, el cardenal arzobispo de Boston, Sean O’Malley, fue quien se dirigió a los prelados, insistiendo sobre todo en sus obligaciones de protección a los menores, formación y prevención: «Hace 32 años, cuando fui nombrado obispo, estos programas no existían. Si los hubiera habido y se hubiera hablado sobre protección del menor, quizás nuestra historia reciente habría sido muy diferente. Pero podemos aprender de los errores del pasado y poner a la Iglesia en un nuevo camino, donde la protección de los niños sea la prioridad máxima. No hay otra cuestión más importante para la vida de la Iglesia. Si no existe este compromiso, nuestros esfuerzos en la evangelización no tendrán efecto. Perderemos la confianza de nuestro pueblo y nos ganaremos el oprobio de todo el mundo». Ante los obispos también habló la irlandesa Marie Collins, miembro de la comisión y víctima de abusos. «Es muy importante —dijo— que los líderes de la Iglesia se encuentren y escuchen a las víctimas».