21 de septiembre: san Mateo, de recaudador de impuestos a evangelista - Alfa y Omega

21 de septiembre: san Mateo, de recaudador de impuestos a evangelista

Se dedicaba a colaborar con el Imperio romano, por lo que era odiado por el pueblo judío. De publicano pasó a ser apóstol, evangelista y ejemplo, en el presente, para el Papa

José Calderero de Aldecoa
'La Inspiración de San Mateo' (detalle) de Caravaggio. Capilla Contarelli en la iglesia de San Luis de los Franceses de Roma (Italia)
La Inspiración de San Mateo (detalle) de Caravaggio. Capilla Contarelli en la iglesia de San Luis de los Franceses de Roma (Italia). Foto: Lluís Ribes Mateu.

No hay apenas datos biográficos de san Mateo. Solo se sabe que era recaudador de impuestos en Cafarnaúm, por lo que se intuye que era de allí. Hijo de Alfeo, también es llamado Leví por los evangelistas san Marcos y san Lucas. El odio que le profesaba el pueblo judío tiene que ver con su dedicación profesional. Colaborar con los invasores, con el Imperio romano, estaba muy mal visto, por lo que la elección de Jesús para convertirlo en uno de sus apóstoles fue todo un escándalo. Así lo relata el propio Evangelio: «Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Mateo vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo, los fariseos decían a los discípulos: “¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?”».

Para Ricardo Aldama, siervo de Jesús, y profesor de Teología en el seminario de Granada, la escena con Mateo deja claro que «Jesús formó su grupo con una libertad enorme», sin atenerse a lo políticamente correcto. De hecho, «los recaudadores de impuestos tenían fama de aprovecharse del dinero de los demás», subraya el religioso. Queda patente en el pasaje evangélico en el que Jesús se encuentra con Zaqueo, el jefe de los recaudadores que se subió a un sicómoro debido a su pequeña estatura. Tras recibir al Señor en su casa, se compromete a entregar la mitad de sus bienes a los pobres, «y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más», anuncia en el capítulo 19 del Evangelio de san Lucas.

La cita bíblica en la que se cuenta la vocación de Mateo termina, de forma parecida, con dos frases de Jesús que han regado de esperanza la historia de la humanidad. «No necesitan médico los sanos, sino los que están enfermos», dice en primer lugar. Y añade: «Misericordia quiero y no sacrificio, porque no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores». Se trata, según Aldama, de la confirmación oficial de que Dios no da a nadie por perdido. Todos estamos llamados a seguirle, independientemente de nuestra profesión, raza, estado, situación civil o cualesquiera otras circunstancias.

Junto con su vocación, en la vida de Mateo destaca su empeño por dejar escrita la historia de Jesús. Es el primer evangelista —de los cuatro— que se dedica a esta tarea. Los expertos coinciden en que el texto original, probablemente, se encuentra escrito en arameo. «Lo que ocurre es que lo que conocemos como texto canónico está escrito en griego», matiza el profesor de Teología. Además de la lengua, es reseñable a quién va dirigido. Según Ricardo Aldana, «está escrito para israelitas; para judíos que abrazan la fe cristiana». Por eso, aclara el experto, «hay tantas referencias al Antiguo Testamento. En numerosas ocasiones se repite la expresión: «Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta…».

Pero Mateo no solo se dedicó a la evangelización epistolar. También se entregó en persona al mandato evangélico «id por todo el mundo y predicad el Evangelio». Difundió la buena noticia varios años por Judea. A partir de ahí se le pierde la pista. Hay autores que dicen que llegó hasta Etiopía, donde fue decapitado por oponerse al matrimonio del rey Hirciaco con su sobrina Ifigenia. El Vaticano, sin embargo, considera estas fuentes poco fiables y ve más plausible que muriera de forma natural. Sus reliquias se encuentran en la cripta de la catedral de Salerno (Italia) y son expuestas al público cada 21 de septiembre.

Su figura ha sido ampliamente retratada por los artistas. La obra más famosa es la Vocación de san Mateo, pintadas por Caravaggio entre 1599 y 1600. Un cuadro que ha servido de inspiración para el Papa, que siempre ha aludido a san Mateo cuando él mismo se ha definido como «un pecador en quien el Señor ha puesto sus ojos».