Carta de la Madre Teresa de Calcuta al expresidente Bush y a Sadam Husein
El 2 de enero de 1991, mientras el mundo vivía la cuenta atrás que precedió a la guerra del Golfo, en la que se enfrentaron las fuerzas de las Naciones Unidas, capitaneadas por Estados Unidos, y el ejército de Irak, la Madre Teresa tomó papel y pluma para escribir a Sadam Husein y al expresidente George Bush
Me dirijo a ustedes con lágrimas en los ojos y el amor de Dios en el corazón, para interceder por los desvalidos y por aquellos que se convertirán en desvalidos si estalla la guerra, que todos detestamos y tememos. Les ruego de todo corazón que trabajen por la paz, que construyan la paz y busquen la reconciliación», decía la frágil religiosa de origen albanés en su misiva.
«Ambos tienen sus argumentos, y su gente a proteger, pero ante todo escuchen a ese Uno que vino al mundo para enseñar la paz —añadía—. Tienen el poder y la fuerza para destruir la presencia y la imagen de Dios, sus hombres y sus mujeres, así como sus niños. Por favor, escuchen la voluntad de Dios. Dios nos ha creado para ser amados por su amor y no para ser destruidos por nuestro odio».
«Puede que, a corto plazo, haya ganadores y perdedores en esta guerra que todos repudiamos, pero eso jamás podrá justificar el sufrimiento, el dolor y la pérdida de vidas humanas que causarán sus armas».
La Madre Teresa concluía su carta de rodillas para elevar su petición «en nombre de quienes quedarán huérfanos, viudas, o abandonados porque sus padres, maridos, hermanos, hijos sean asesinados; en nombre de los que quedarán desfigurados; de los que se quedarán sin casa, sin comida, sin amor».
«Les pido que piensen en ellos como si fueran sus hijos —imploraba—. Tienen el poder de traer al mundo la guerra o de construir la paz. Se lo imploro, escojan el camino de la paz. Que Dios les bendiga ahora y por siempre».
Quince días después, comenzó la guerra del Golfo, llamada también Tormenta del desierto. Duró hasta el 28 de febrero de 1991.