Monseñor Osoro, primer ordinario para los católicos orientales
El Papa ha erigido un Ordinariato para los fieles católicos orientales residentes en España con el fin de mejorar su atención religiosa y pastoral. El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, ha sido nombrado su ordinario
Solo en Madrid, alrededor de la Capellanía ucraniana, capitaneada por el padre Ivan Lypka, se reúnen 2.000 personas. Cada domingo acuden a la parroquia del Buen Suceso, donde la liturgia se transforma para dejar paso al rito bizantino. «Además de celebrar juntos el Divino Oficio –como llaman ellos a la Misa– y los demás sacramentos, damos catequesis a los inmigrantes ucranianos católicos, y ofrecemos atención pastoral y social», explica el sacerdote, en la diáspora al igual que sus fieles. En la capital hay cerca de 20.000 ucranianos, pero «a nuestra parroquia solo viene un 10 %», admite el padre Lypka.
Según datos del INE, en toda la península hay alrededor de 90.000 ucranianos. En Valencia, de su atención pastoral hasta ahora se encarga el padre Boyko. En Alicante, el reverendo Dorykevych. En Murcia, el sacerdote Víctor Parkhomenko. Lo mismo ocurre en numerosas ciudades como Sevilla, Gerona, Vic, Málaga o Vigo. Hasta ahora, estos capellanes dependían «directamente del obispo de la diócesis. La diferencia es que, a partir de ahora, con la creación del Ordinariato, todo se centralizará en monseñor Osoro. Tendremos nuestro propio obispo», asegura el padre Lypka.
«La creciente inmigración de personas de países de Europa del Este ha propiciado su creación», afirma Carlos López, vicesecretario para Asuntos Generales de la Conferencia Episcopal Española. Aunque hay decenas de comunidades católicas orientales –eritreos, coptos, caldeos, melquitas, maronitas… cuyo número de fieles ha aumentado en nuestro país desde que comenzó la violencia en Oriente Medio–, el grueso de fieles en España proceden de la Iglesia grecocatólica ucraniana y rumana. El número de población rumana es revelador: cerca de un millón de personas viven en territorio español. Además de España, «la Santa Sede ha creado ordinariatos en las países donde hay un gran número de católicos de rito oriental, como Brasil, Francia, Austria o Polonia. En su día, el cardenal Bergoglio fue el ordinario para Argentina», explica López.
Además de proveer una estructura centralizada, la creación del Ordinariato supone un reconocimiento a las Iglesias orientales, un empuje fuerte para que no se diluya su tradición. «Es un gesto importante del Papa, que reconoce su presencia», señala el jesuita Pablo Guerrero, profesor de la Universidad de Comillas y provincial durante cuatro años de la Compañía de Jesús en Rumanía. «Las Iglesias grecocatólicas rumana y ucraniana son iglesias martiriales y estuvieron verdaderamente perseguidas durante todo el comunismo. Durante los diez primeros años, mataron a todos los obispos, porque les ofrecieron hacerse ortodoxos y se negaron; todos se mantuvieron fieles a Roma», explica Guerrero. «Son Iglesias que han sufrido mucho, que han tenido que estar en la más absoluta clandestinidad. Este gesto de la Santa Sede es muy importante para ellos».