Castor, lobato, pionero y otras formas de decir «apóstol»
Cerca de 5.000 adultos y 29.000 niños y adolescentes forman parte del Movimiento Scout Católico en nuestro país. Un instrumento que emplea la pedagogía scout ideada por Robert Baden Powell para evangelizar a través del contacto con la naturaleza. Hoy es la asociación de infancia y juventud más grande de España.
Es noche cerrada en La Legoriza, un paraje agreste de la sierra salmantina, en el término municipal de San Martín del Castañar. Antonio, como otros de sus compañeros de campamento, se abre paso entre la maleza con la sola luz de una linterna. Ronda los 14 años y lleva encima, tal y como acaba de decirle uno de sus responsables, un Nuevo Testamento, un cuaderno y un bolígrafo.
La brisa ha enfriado el ambiente, pero él sabe que no se resfriará si se sienta en una de las rocas que siembran el paisaje, porque el granito conserva el calor del sol acumulado durante el día. Sentado en una piedra y con la espalda apoyada en la rugosa corteza de un roble, cumple con la misión que le han encomendado y redacta el compromiso de vida que quiere asumir después de hacer la Promesa Scout: «Prometo por mi honor, y con la ayuda de Dios, hacer cuanto de mí dependa para: amar a Dios; ser un buen ciudadano; ayudar al prójimo en cualquier circunstancia; y vivir de acuerdo con la Ley Scout».
Se trata de un momento de oración y reflexión personal, en el que algunos de sus compañeros escribirán «obedecer más a mis padres», «ayudar en la parroquia», «estudiar más», «ser mejor compañero»… De forma inopinada, el calor de la roca le invade hasta la boca del estómago, la respiración se le acelera y el caos adolescente de su cabeza encaja. Tras varios años intentando vivir conforme a la Ley Scout, de formarse en reuniones de Patrulla y Tropa, de leer el Evangelio en cada sesión para aplicarlo a la vida de su grupo y a la suya propia, y de aprender «que Jesús es nuestro amigo y que ser scout es estar preparado para servir», Antonio mira el cielo estrellado, siente con certeza la presencia del Creador acompañándole y queriéndole, y escribe su compromiso: «Entrar en el seminario será mi forma de servir».
Tras el largo tiempo de discernimiento aconsejado por sus responsables para descubrir si la llamada es o no cierta, Antonio Matilla ingresará finalmente en el seminario, será ordenado sacerdote y, con el tiempo, terminará siendo consiliario nacional del Movimiento Scout Católico (MSC), en el que nació su vocación.
La mayor asociación de infancia y juventud de España
53 años después de aquella experiencia y con 40 años de sacerdocio a sus espaldas, Matilla ha sido uno de los sacerdotes que ha acompañado al MSC en la Asamblea Nacional que el movimiento ha celebrado este fin de semana en la sierra madrileña de Guadarrama para conmemorar los 55 años de su presencia en España. Una Asamblea que contó con la asistencia del arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Carlos Osoro, y en la que se dieron cita un centenar de miembros de esta realidad eclesial integrada en la gran familia mundial del escultismo.
Según los datos de su última memoria, el MSC cuenta en nuestro país con 29.000 niños, adolescentes y jóvenes de entre 6 y 23 años, casi 5.000 adultos responsables voluntarios, el respaldo de 20.000 familias y presencia en todas las comunidades autónomas. Cifras que la convierten en la asociación de infancia y juventud más grande de España.
A través de distintas etapas –castor, de 6 a 8 años; lobato, de 9 a 11; explorador, de 12 a 14; pionero, de 15 a 17; ruta, de 18 a 23; y responsable, de 21 en adelante–, «la actividad de un grupo scout –explican desde el MSC para Alfa y Omega– se desarrolla en reuniones semanales, y cada año los 400 grupos del movimiento organizan 2.000 campamentos, 5.300 acampadas de fin de semana, 7.180 excursiones, numerosas actividades internacionales y de servicio, y otras actividades diseñadas por los propios chavales, que desarrollan nuestro proyecto educativo con sus responsables».
El proyecto del MSC se basa en la misma pedagogía que cualquier grupo scout (la educación a través de la acción, la vida en pequeños grupos, el progreso personal, el uso de marcos simbólicos y la vida en la naturaleza), pero incorpora la dimensión espiritual, para «facilitar el encuentro con Cristo, el compromiso con la Iglesia, y la opción por integrar el Evangelio en la propia vida». Y así, cada castor, lobato o pionero puede convertirse «en un apóstol» y «un ciudadano capaz de construir una sociedad más justa».
Dicen que quien ha sido scout una vez lo sigue siendo toda su vida. Y hay mucho de cierto en ello, porque experimentar la vivencia de un sistema de valores tan auténtico, en el marco de la naturaleza, marca de por vida. De eso trata el escultismo: de marcar vidas, de educar a los jóvenes para que crezcan convertidos en ciudadanos constructores de un mundo más perfecto. Tan fácil y tan complejo.
El secreto que ha llevado a los scouts a hacerlo con tanto éxito y a ser 40 millones en todo el mundo es nuestro método educativo. Hace más de cien años, el escultismo empezó a aplicar la educación por la acción, el trabajo en pequeños grupos, y otras técnicas entonces revolucionarias que ahora empiezan a descubrir las escuelas.
Desde el principio, la Iglesia supo ver el potencial evangelizador de este método, y de la mano del jesuita francés Jacques Sevin surgió el escultismo católico. El mismo que seguimos proponiendo a los jóvenes en Scouts MSC, que cumple 55 años. Un movimiento que es parte consciente, comprometida y activa de la Iglesia. Una herramienta al servicio de Cristo para llevar el mensaje del Evangelio a los jóvenes, muchos de los cuales viven su primer acercamiento a Dios en los grupos scouts.
En un campamento, sin las interferencias de la tecnología o de los ruidos que llenan la ciudad, su mensaje llega mucho más claro y directo. En la naturaleza, la grandeza de su obra es mucho más fácil de entender, como tan bien nos ha explicado el Santo Padre en Laudato si.
Pero el escultismo no es solo educación en contacto con la naturaleza. Es innovación y reinvención constante. Nació siendo una gran novedad y lo sigue siendo, porque está en proceso de adaptarse a los tiempos y a la sociedad. Y de ahí nacen nuestros retos actuales, como la integración activa en el movimiento de todos los agentes educativos: familias, comunidades cristianas y educadores. Llevamos 55 años de vida construyendo un mundo mejor a través de la educación cristiana de las nuevas generaciones. Tenemos mucho que celebrar.
Carlos Lucas Sierra
Vicepresidente del Movimiento Scout Católico – Scouts MSC