El cardenal Cobo en su mensaje de Navidad: «Que la Iglesia en Madrid sepa ser ese pesebre donde encontrar calor, reconciliación, sentido y futuro»

La Navidad vuelve a hacerse presente «no como estruendo ni imposición, sino como una llamada suave a la puerta». Así lo expresa el cardenal José Cobo Cano, arzobispo de Madrid, en su mensaje para esta Navidad. Una fecha que invita a la paz, a la reconciliación y a acoger la luz de Cristo que nace en medio de un mundo herido por conflictos, violencia y profundas desigualdades.

El cardenal subraya que la Navidad llega «pequeña y frágil, casi desapercibida», como un niño, y en esa fragilidad se manifiesta un Dios que «no se cansa de buscarnos» y que sale al encuentro de cada persona en la vida cotidiana: en la Palabra, la Eucaristía, el hermano pobre, el dolor compartido y cada gesto de reconciliación y de paz.

Frente a un mundo «escaso de luz», el arzobispo pone ante el portal de Belén las grandes sombras de nuestro tiempo: las guerras injustas, el drama de los desplazados y refugiados, las migraciones forzadas, el crecimiento de la pobreza infantil, la dificultad de acceso a una vivienda y la brecha social que sigue aumentando. Todo ello, afirma, necesita ser iluminado por «la luz salvadora de Belén», capaz de guiar y reconciliar.

El mensaje invita a contemplar esa luz humilde que llega «como una pareja de extranjeros que llaman a la puerta», una luz pequeña pero verdadera, que solo pide ser acogida. Mirando al Niño de Belén, el cardenal anima a aprender a vernos «no como rivales ni contrincantes, sino como hermanos», parte de un mundo nuevo que Dios quiere abrazar.

La Iglesia de Madrid, «pesebre abierto»

Desde esta perspectiva, la Iglesia de Madrid se presenta como un pesebre abierto: «Desde este portal de Belén —que es nuestra Iglesia en Madrid— queremos dar la mano a toda la gente de buena voluntad y a todas las instituciones que desean trabajar por un mundo más tierno y más justo». Una invitación a no dejar pasar la Navidad como una más, sino a abrir las puertas y llevar la luz de Jesús a los barrios, parroquias, hospitales, escuelas y a todos los lugares donde la vida es frágil y necesita cuidado.

El cardenal concluye agradeciendo a quienes hacen posible que «la luz de Cristo avance» y expresando su deseo de que la Iglesia en Madrid sepa ser «ese pesebre humilde donde muchos puedan encontrar calor, reconciliación, sentido y futuro». Un mensaje de esperanza que culmina con una certeza: «La luz de Dios ha vencido. Dios está con nosotros».