El Mapa Nacional de la Soledad no Deseada revela que aumenta en menores de 35 años y que Madrid es el epicentro - Alfa y Omega

El Mapa Nacional de la Soledad no Deseada revela que aumenta en menores de 35 años y que Madrid es el epicentro

El Mapa Nacional de la Soledad no Deseada está elaborado a partir de los datos del Teléfono Dorado, que ha recibido en 30 años más de 7,2 millones de llamadas. Aumentan los menores de 35 y el foco está en la capital

Redacción
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En un momento en que España avanza para que el 16 de diciembre sea reconocido como el Día Internacional de la Soledad no Deseada —iniciativa liderada por la Fundación Social Padre Ángel y Mensajeros de la Paz—, ambas instituciones han presentado el Mapa Nacional de la Soledad no Deseada, elaborado a partir de los datos del Teléfono Dorado.

El Teléfono Dorado (900 22 22 23) es un servicio gratuito y confidencial creado hace 30 años por Mensajeros de la Paz. En estas tres décadas, ha recibido más de 7,2 millones de llamadas, convirtiéndose en el principal barómetro de la soledad en nuestro país.

Si bien se suele asociar la soledad a las personas mayores, los datos revelan una transformación generacional. El Teléfono Dorado detectó en 2024 un crecimiento sostenido de llamadas de personas jóvenes (menores de 35 años), especialmente tras situaciones de ruptura, migración a otra ciudad o pérdida de vínculos familiares. Muchos confiesan sentirse abrumados por la hiperconexión digital, pero sin nadie real con quien hablar.

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Entre la generación X y los boomers, de los 40 a los 65 años, aparece una soledad silenciosa, muchas veces asociada a la separación, la inestabilidad laboral o el cuidado de padres mayores y la falta de tiempo para la vida social. Las personas de esta franja de edad dicen sentirse solos incluso en casa tras volcarse en la familia y el trabajo.

Con todo, los mayores de 65 años siguen siendo el grupo más numeroso. Hay quien llama tras perder a su pareja, quien siente que ya no cuenta para sus hijos, o quien simplemente necesita hablar cada día para combatir el silencio. El 64 % de las personas mayores que llaman viven solas y un 30 % reconoce no recibir visitas en semanas.

Por otro lado, la soledad no deseada golpea con especial fuerza a las mujeres, que representan el 55 % de quienes buscan apoyo emocional. Muchas son viudas o separadas, con mayor esperanza de vida y una carga histórica de cuidados que, en la vejez, se convierte en una ausencia de redes propias.

El mapa emocional de España

La soledad no deseada tiene un marcado acento territorial: cambia según la estructura demográfica, la vida urbana o la despoblación rural. La ausencia de lugares de encuentro, actividades sociales y redes comunitarias refuerzan la sensación de invisibilidad.

Madrid (21,5 %) presenta la mayor proporción de casos registrados en el estudio. La vida acelerada, la movilidad constante y el anonimato urbano generan una soledad especialmente pronunciada en mayores que viven solos y en jóvenes recién llegados.
Andalucía (19,7 %) combina dos realidades que agravan el aislamiento: amplias áreas rurales envejecidas y entornos urbanos donde muchas personas carecen de red familiar cercana.
País Vasco (10,4 %), con una de las esperanzas de vida más altas de Europa, muestra una soledad asociada a la longevidad y a la pérdida progresiva de las redes tradicionales comunitarias.
Comunidad Valenciana (10 %), la soledad predomina tanto en mayores que viven solos como en personas que llegan desde otras regiones buscando nuevas oportunidades y tardan en reconstruir sus vínculos.
Galicia (3 %) y Castilla y León (4,8 %) reflejan el impacto de la despoblación: miles de personas mayores viven en aldeas o pequeños municipios donde la distancia, la falta de servicios y la marcha de los jóvenes dejan un vacío social profundo.
Cataluña (4,8 %) y Murcia (2,5 %) muestran un patrón marcado por las áreas urbanas: grandes ciudades donde el ritmo acelerado, la movilidad constante y el individualismo dificultan la creación de vínculos estables. Muchas personas —tanto jóvenes como adultos en tránsito laboral— describen una vida rodeada de gente, pero sin comunidad.
Asturias (2,0 %) y Canarias (4,7 %) reflejan el peso del territorio: en ambos casos, el aislamiento físico (orografía, dispersión o insularidad) intensifica el aislamiento emocional. En estas comunidades, la soledad afecta tanto a personas mayores en zonas rurales como a adultos que viven lejos de sus familias o de redes de apoyo.

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La soledad también tiene condicionantes sociales

Convivencia: la mayoría de los españoles que buscan acompañamiento viven solos (64 %), mientras que apenas un 2 % comparte el hogar con sus hijos. La ausencia cotidiana de compañía es, en muchos casos, el detonante del malestar emocional.
Clase social: un 51 % se identifica como clase media y un 27 % como clase baja. La soledad no depende del nivel económico, pero la falta de recursos suele dificultar aún más el acceso a actividades, espacios comunitarios o redes de apoyo.
Nivel educativo: el 45 % cuenta con estudios secundarios, el 39 % con formación primaria y solo un 7 % con estudios superiores. La soledad atraviesa todos los niveles educativos, mostrando que no es un fenómeno ligado a la preparación académica.
Estado físico y emocional: cuatro de cada diez personas mencionan dolencias físicas persistentes, mientras que un 23 % reconoce síntomas de depresión y un 11 % ansiedad o angustia. La salud y la soledad mantienen una relación estrecha y bidireccional: una alimenta y agrava a la otra.
Necesidades expresadas: la mayoría reclama actividades, talleres, centros de día y espacios de encuentro que permitan relacionarse y crear vínculos reales. Lo que buscan, en esencia, es un lugar donde volver a sentirse parte de algo y no invisibles.