Francisco inédito: «Recordar a los pobres es mucho más que hacer una colecta»
El Papa fallecido prologó un libro inédito hasta ahora de Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación, «un fiel siervo de Dios y amigo de los pobres»
«Gustavo Gutiérrez, a lo largo de su larga vida, fue un fiel siervo de Dios y amigo de los pobres». Así comienza el prefacio que escribió antes de morir el Papa Francisco para un libro póstumo del teólogo peruano. Considerado por muchos el padre de la teología de la liberación, Gutiérrez aborda en Vivir y pensar el Dios de los pobres la concreción de la fe en un mundo de desigualdades. L’Osservatore Romano acaba de publicar algunos extractos del texto del Papa.
En ellos, Francisco recuerda de Gutiérrez «su profunda y perdurable fidelidad a la Iglesia a lo largo de su camino. Una fidelidad vivida con humildad, a veces con dolor, y fundamentalmente con libertad».

A continuación elabora un desarrollo histórico de la llamada teología de la liberación, para indicar que «el impulso del Concilio Vaticano II y los textos que lo expresaron ofrecieron una base sólida y abrieron horizontes para reorientar la labor pastoral, partiendo de la realidad de un territorio como Latinoamérica». De este modo, «muchos grupos cristianos experimentaron desafíos, interrogantes y esperanzas derivados del poderoso clamor de los pobres».
En este contexto, «Gustavo exigía justicia y una forma diferente de vivir la fe, de pensarla, de decirla; en definitiva, de ser Iglesia». La evolución del Concilio ofreció «modelos fundamentales en esta perspectiva», pero en última instancia «este sueño de una Iglesia de los pobres seguía siendo un horizonte abierto a seguir».
¿Cómo hablar de Dios?
Por ejemplo, el llamado Pacto de las Catacumbas, firmado por un grupo de padres conciliares, muchos de ellos latinoamericanos, «asumió esta orientación espiritual, teológica y pastoral»; y la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que tuvo lugar en Medellín en 1968, junto a san Pablo VI (quien pisó aquellas tierras), encontró a Gustavo «trabajando día y noche».
El peruano, «junto a otros teólogos y pastoralistas, y muchos obispos, ya con espíritu sinodal, tejieron una red de confianza y amistad en torno a esa experiencia eclesial que fomentó decisiones pastorales que siguen marcando la identidad eclesial de América Latina y el Caribe».
Es un ejemplo de cómo Gustavo Gutiérrez —que tuvo un encuentro con el Papa Francisco en 2013—«estuvo atento a la realidad social y eclesial, recordando siempre que la opción por los pobres es evangélicamente central para las antiguas y nuevas formas de pobreza».

«Su pregunta constante: «¿Cómo podemos hablar de Dios a partir del sufrimiento de los inocentes?», sigue siendo acuciante para los creyentes ante el poder de la injusticia y la mentira», escribe Francisco. «Su teología afirma la gratuidad del amor de Dios que nos involucra en la historia», y señala que «recordar a los pobres significa mucho más que una colecta».
Exactamente un año después de su muerte, su camino «no es un hermoso tesoro del pasado», sino «una tarea siempre abierta para reflexionar sobre nuestra experiencia vivida de Dios», dice el Pontífice argentino. En este sentido, «Gustavo nos ha dado las herramientas teológicas esenciales para nunca olvidar a los pobres», en línea con «el Reino de Jesús que abraza toda la creación, a cada ser humano y realidad humana, en todo tiempo y lugar».