Redactora jefa del informe de ACN:«La libertad religiosa es de los primeros derechos que se restringen»
Marta Petrosillo denuncia que «no siempre se considera la libertad religiosa un derecho humano fundamental. Esto hace su defensa más difícil»
—Cada edición de su informe recoge que la situación de la libertad religiosa en la mayoría de países sigue igual o peor. ¿Qué hay detrás de este declive continuo?
—El resurgimiento del autoritarismo, el alza del nacionalismo étnico-religioso, la violencia terrorista, el creciente papel del crimen organizado. Es de los primeros derechos que se restringen cuando las salvaguardas democráticas se derrumban. Cuando un régimen busca la autoridad absoluta, cualquier fuente de sentido o valores se ve como rival. Incluso en contextos democráticos pueden emerger tendencias más sutiles que la restringen, especialmente cuando entra en conflicto con las normas culturales prevalentes. La erosión de la libertad religiosa refleja una crisis más profunda de los derechos humanos. Además, desgraciadamente, no siempre se considera un derecho humano fundamental. Esto hace su defensa más difícil.
—¿Por qué la multiplicación de los conflictos, incluso no religiosos, la daña?
—Con frecuencia las guerras generan condiciones en las que las comunidades religiosas se convierten en blancos por el alineamiento político que se les atribuye, por su identidad étnica o porque su voz resulta inoportuna. En Sudán se han destruido iglesias. Ucrania y Rusia han implantado leyes y políticas que restringen la libertad de comunidades vinculadas a su oponente.

—También hablan de esta persecución como motor del desplazamiento.
—Lo es en gran medida. En partes de África, Oriente Medio y Asia, las comunidades religiosas, especialmente las minorías, se ven obligadas a huir por la violencia contra ellas, las amenazas extremistas o la represión. Los sistemas de asilo con frecuencia no valoran apropiadamente esta dimensión. Además quienes buscan refugio suelen tener miedo y puede costarles expresar lo que han pasado. Temen represalias y no saben en quién confiar. Es importante ayudarles.
—¿Por qué consideran el crimen organizado persecución religiosa si cuando ataca a estos líderes es más por un rescate (Nigeria) o por criticarlo (América Latina)?
—Es verdad; pero su blanco es religioso, y eso importa. Cuando se secuestra, mata o silencia a clérigos o monjas porque defienden a los pobres, denuncian la violencia u ofrecen esperanza donde domina el poder criminal, su fe se convierte en una amenaza. En muchas regiones la Iglesia es la última autoridad moral. Así que se la suele atacar precisamente por su papel. Es persecución, porque castiga a la gente por vivir su fe.

—Alertan del mal uso de la IA. ¿Puede poner algún ejemplo?
—En países como China o Corea del Norte las tecnologías de vigilancia avanzadas se están usando para monitorizar los comportamientos religiosos: cámaras con reconocimiento facial en lugares de culto, seguimiento de sermones online o censura de app religiosas. Otra preocupación creciente es la difusión de información falsa con su ayuda, también sobre la religión o sus líderes.
—¿Qué otras tendencias les preocupan?
—Una especialmente cercana a mi corazón, porque he podido conocer a víctimas, son las conversiones y matrimonios forzados de mujeres y niñas de minorías religiosas, secuestradas y violadas en países como Pakistán o Egipto. Con frecuencia, el sistema favorece a los victimarios.