Isabel Guerra: «Me gustaría que la gente descubriera la Presencia que vive a nuestro alrededor»
La monja madrileña vuelve a la capital para exponer sus obras «pero ya no es el Madrid maravilloso y acogedor que conocí»
El espacio cultural Serrería Belga, del Ayuntamiento de Madrid, acoge hasta el 19 de octubre la exposición de sor Isabel Guerra El fluir del tiempo. La pintora madrileña, conocida como la pintora de la luz, monja cisterciense del monasterio de Santa Lucía de Zaragoza, expone sus obras en Madrid una década después de la última vez, en el año 2015.
―¿Cómo encuentra la capital? ¿Encuentra todavía el rastro de la ciudad de su niñez?
―Han cambiado muchas cosas en todos estos años. Ya no es el Madrid entrañable, maravilloso y acogedor que conocí, que recibía a todo el que llegaba con los brazos abiertos. Todo el mundo se sentía en su casa entonces. Era el corazón de España, hasta que nos ha dado por ir parcelando la vida. Veo turistas que van por todo el mundo superficialmente, sin profundizar en la cultura y en la historia de donde están, desconociendo la esencia de España y de Madrid. Ni siquiera oyes hablar en español por la calle. El Madrid que conocí va desapareciendo y cada vez que voy percibo un paso atrás.
―¿Y los vecinos de la capital?
―La gente ha cambiado también. Ya no sabemos conversar ni nos paramos a escucharnos unos a otros. Veo a los jóvenes sumergidos en las redes sociales y en internet, y a los no tan jóvenes también.

―En este contexto, ¿qué calado tiene la obra artística que usted propone?
―Mi obra no es mayoritariamente de asunto religioso. Es religiosa en el sentido de que religa con lo trascendente. Más que hacer imaginería, que no es lo mío, quiero llamar la atención sobre la presencia de luz y de amor entre nosotros de Aquel que es nuestro compañero y ha plantado su tienda entre nosotros. Es algo que se percibe en lo cotidiano y en nuestro entorno de cada día. Lo encuentra quien tiene el corazón abierto. Muchas veces no lo descubrimos porque estamos volcados hacia lo más desesperanzador que tenemos alrededor, algo que sin querer al final acabamos imitando.
―¿Qué le gustaría entonces que viviera quien se detiene ante sus cuadros?
―Que quien se pare descubra las señales que hay en cada obra y que termine haciendo una lectura que le interpele. Lo que me gustaría es que, a través de mis pinturas, la gente descubra la Presencia que vive a nuestro alrededor. En realidad, todo el mundo está deseoso de reconocer esa verdad en su ambiente y que puede llenar su corazón de satisfacción.