La CEE reconoce que los migrantes «están revitalizando la realidad social y eclesial de nuestro país» - Alfa y Omega

La CEE reconoce que los migrantes «están revitalizando la realidad social y eclesial de nuestro país»

En en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, los obispos les piden que actúen «desde el necesario diálogo y reconocimiento de las señas propias de las comunidades de acogida»

José Calderero de Aldecoa
La Selección Española de Refugiados posa con el trofeo de la UEFA Europa League tras disputar el partido por la inclusión en Bilbao
La Selección Española de Refugiados posa con el trofeo de la UEFA Europa League tras disputar el partido por la inclusión en Bilbao. Foto: ACNUR / Ynés Pedraz.

Después de un verano marcado por la aparición de brotes xenófobos en algunos puntos de España, los obispos de la Subcomisión para las Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española han centrado su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en arrojar luz sobre todo lo que aportan a nuestra sociedad quienes han tenido que dejar su país y recalan en el nuestro.

En primer lugar, piden no olvidar que el fenómeno de las migraciones «se hace presente siempre en personas concretas, semejantes a nosotros». Solo desde esta clave personal, «se nos permite abrir el horizonte y atinar mejor en nuestro juicio y percepción del fenómeno». Cuando no se tienen en cuenta estas consideraciones, «algunas ideologías y prejuicios proyectan problemáticas y mensajes que fracturas culpabilizan y deforman».

A su modo de ver, los migrantes se pueden asemejar a los misioneros. Verlos así «nos ayuda a descubrirlos como portadores de una buena noticia, de algo positivo». Por ejemplo, «ellos pueden ser presencia oculta del mismo Dios, una oportunidad de gracia y de crecimiento personal y comunitario, un instrumento para descubrir llamadas a la conversión y a abrirnos a nuevos horizontes que nos pueden ayudar a desarrollarnos».

Una de esas buenas noticias que traen los migrantes es su «tenacidad y coraje en la búsqueda de mejores condiciones de vida para ellos mismos y sus familias», subrayan los obispos. «Es conmovedor escuchar relatos en los que la centralidad de sus motivaciones no está directamente en ellos mismos, sino en su entorno familiar».

Asimismo, «están revitalizando con su juventud, sus valores, su trabajo, sus vidas, sus familias, su fe, sus ideales, la realidad social y eclesial de nuestro país y de nuestras comunidades parroquiales». No obstante, los obispos piden hacer esta labor «desde el necesario diálogo y reconocimiento de las señas propias de las comunidades de acogida». Y concluyen: «Juntos estamos llamados a un “nosotros” distinto que nos ayudará a crecer en humanidad y fraternidad».