Experto en DSI: el acuerdo de la UE y EE. UU. sobre aranceles «no es tan desequilibrado»
Domingo Sugranyes, expresidente de la Fundación Centesimus Annus, no considera negativo que Europa acepte estas tasas cuando por su parte ha impuesto a empresas americanas medidas para la protección de los usuarios en el ámbito de los servicios tecnológicos
El acuerdo comercial preliminar alcanzado el pasado domingo entre Estados Unidos y la Unión Europea, por el cual esta acepta un arancel general del 15 % para sus exportaciones hacia América sin que exista una tasa recíproca «no es tan negativo» como parece en un primer momento. Es la postura de Domingo Sugranyes Bickel, expresidente de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice.
En declaraciones a Alfa y Omega, este experto en doctrina social de la Iglesia aclara en primer lugar que esta disciplina «no se pronuncia de forma expresa, que yo sepa, sobre el tema técnico de los aranceles y el comercio internacional». Aunque en términos generales sí señala que «es importante subrayar la necesidad de transparencia en las negociaciones» de este tipo.
El pacto ha recibido numerosas críticas «diciendo que Europa ha cedido a las presiones del Gobierno de Trump». Pero a pesar de ello, Sugranyes manifiesta que en su opinión, «al final el acuerdo no es tan desequilibrado». Eso sí, reconociendo que «estamos dentro de una situación geopolítica muy conflictiva».
El experto sustenta su postura en varios argumentos. El primero es que las quejas de Estados Unidos pueden estar justificadas porque «Europa mantiene muchas barreras no arancelarias al comercio internacional». Además, «es una compradora muy importante, y además dependiente, de servicios de Estados Unidos básicamente en temas tecnológicos».
En este ámbito, recuerda, con diversas normativas la UE «ha impuesto una serie de condiciones en temas como la protección de los usuarios y de la competencia». A Estados Unidos y al Gobierno de Trump «no le gustan nada» pero ha tenido que aceptarlas.
Lejos de considerar esto negativo, Sugranyes lo encuadra en el hecho de que «la construcción europea tiene en sí un valor moral y de ética social: es un esfuerzo de gobernanza que supera los nacionalismos y busca proteger los bienes públicos comunes». Entre ellos, los derechos de los usuarios y la competencia entre empresas.
Así, en opinión de este experto, imponer a terceros restricciones en estos ámbitos forma parte de lo que la UE debe hacer. En comparación con ello, que a cambio en su relación con Estados Unidos Europa «acepte que sus exportaciones paguen un arancel del 15 % no es tan desequilibrado».
Sobre el tema técnico de los aranceles y el comercio internacional la doctrina social de la Iglesia no se pronuncia, que yo sepa, de forma expresa.
Hay ahora muchas críticas de distintos lados diciendo que Europa ha cedido a las presiones del Gobierno de Trump. Visto desde Estados Unidos, hay que reconocer que Europa mantiene muchas barreras no arancelarias al comercio internacional y que ahí puede haber un motivo de queja quizá justificado. Pero visto desde el punto de vista europeo yo creo que también hay que verlo en perspectiva. La balanza comercial física es a favor de Europa hacia Estados Unidos, pero la balanza de servicios es al revés: Europa es una compradora de servicios de Estados Unidos muy importante en temas básicamente tecnológicos. No solo compramos, sino que somos dependientes. Pero ha impuesto una serie de condiciones que a Estados Unidos y al Gobierno de Trump no le gustan nada sobre la protección de usuarios, sobre la protección de la competencia, los peligros de la IA; Estados Unidos se las ha tenido que tragar. Eso forma parte del contexto. En ese contexto, que Europa acepte que las exportaciones acepten pagar un arancel del 15 % en Estados Unidos no es tan desequilibrado como se dice.
Visto desde el punto de vista de la doctrina social de la Iglesia primero es importante subrayar la necesidad de transparencia en las negociaciones. Segundo, la construcción europea tiene un valor en sí: es un valor moral, un valor de ética social, en el sentido de que es un esfuerzo de gobernanza que supera los nacionalismos y busca proteger los bienes comunes, los bienes públicos comunes como son la protección de los usuarios y las posibilidades de competencia en el campo tecnológico.
Desde el punto de vista de la DSI sobre este conjunto de negociaciones no es tan negativo. La posición de Europa tiene todo el sentido y al final el acuerdo no sea tan desequilibrado, dentro de que estamos dentro de una situación geopolítica muy conflictiva, de eso no cabe duda.