Los salesianos piden ayuda para Myanmar: «La gente sigue durmiendo al raso»
Tres meses y medio después del terremoto, Misiones Salesianas hace un llamamiento urgente para apoyar el plan integral de ayuda a largo plazo que la congregación ha puesto en marcha en el país
Tres meses y medio después del terremoto de Myanmar, «la población está cansada y tiene miedo», señala el misionero salesiano Bosco Nyi, que trabaja en el país. Muchas familias desplazadas «siguen durmiendo al raso, bajo lonas plásticas, en condiciones insalubres, mientras las lluvias empeoran la situación». Buena parte de los afectados «han vivido la guerra, el desplazamiento y, ahora, un seísmo. Su dolor es profundo».
El devastador temblor de 7,7 grados de magnitud que el 28 de marzo asoló las regiones de Mandalay y Sagaing golpeó a un país donde «la población ya sufría por la crisis política». Muchos desplazados habían huido de los enfrentamientos armados entre el Ejército y grupos separatistas y partidarios del Gobierno democrático derrocado el 1 de febrero de 2021. «Vivían en refugios improvisados, que también se derrumbaron», junto a escuelas, iglesias y centros de salud. «Ahora se enfrentan a más dolor aún por esta catástrofe natural», lamenta Nyi.
Frente a esta realidad, Misiones Salesianas ha lanzado un llamamiento para «no olvidarnos de la población de Myanmar, que sigue sufriendo y que necesita apoyo para poder reconstruir sus vidas». Esta convocatoria pretende apoyar el plan integral de ayuda a largo plazo que los misioneros en el país han lanzado en las últimas semanas. Está dirigido sobre todo a las más de 1.200 familias que viven en el campo de desplazados de Min Gun.
«Queremos que los niños y niñas puedan volver al colegio, dar alimentos a personas mayores y otras vulnerables, ofrecer acceso a la salud con una pequeña clínica y dar apoyo psicoemocional a más de 300 menores», señalan los religiosos. De forma más general, hace falta «ayuda a largo plazo». Entre el apoyo más urgente destaca la vivienda, agua potable y saneamiento. «Los niños y niñas necesitan volver a la escuela y los maestros, apoyo para volver a enseñar».
Se precisa asimismo sostenimiento para que quienes perdieron sus granjas o pequeños negocios puedan empezar de nuevo. «Los hospitales y clínicas ya eran escasos en las zonas más afectadas, y ahora están abarrotados o deteriorados. Las personas con lesiones o enfermedades crónicas sufren en silencio».
A pesar de ello, «la comunidad local muestra un coraje admirable. Voluntarios, grupos religiosos y trabajadores humanitarios hacen lo posible por atender a todos, pero la necesidad supera los recursos disponibles», concluye Misiones Salesianas.