Stolpersteine: 102 placas de la memoria en la capital - Alfa y Omega

Stolpersteine: 102 placas de la memoria en la capital

Gracias al tesón de un matrimonio, Madrid cuenta con un centenar de estos pequeños homenajes en el pavimento que se colocan frente a las casas donde vivieron por última vez las víctimas del nazismo

Cristina Sánchez Aguilar
Piedras homenaje repartidas por las calles de Madrid. Foto: Christian Michelides

Es fácil que nuestros lectores se hayan tropezado, literalmente, con alguna de esas placas brillantes que sobresalen entre el gris del pavimento de la gran ciudad. Con una inscripción y, en muchas ocasiones, un símbolo hebreo acompañando. Lo habitual es pensar que es un homenaje del Ayuntamiento local, o del centro judío de la región, a algunas de las víctimas del horror nazi. Pero la realidad es que son parte de un monumento conmemorativo descentralizado, el más grande del mundo, que se extiende por más de una veintena de países europeos. Se llama Stolpersteine, término alemán que se traduce como «piedra con la que puedes tropezar». Sepan que estos adoquines de latón son un proyecto del artista alemán Gunter Demnig; que no están colocados al azar, sino que en la puerta de al lado pasó sus últimos días de tranquilidad el titular de esa placa, y que en la fecha inscrita falleció tras ser deportado o asesinado en un campo de concentración.

Isabel Martínez y Jesús Rodríguez, matrimonio residente en Madrid, paseaban hace casi 20 años por la ciudad suiza de Friburgo, durante una visita a su hija, cuando aquellos adoquines y, sobre todo, la palabra clave Auschwitz, llamaron poderosamente su atención. «Creímos que solo eran para personas de religión judía, pero, atraídos por este sentido homenaje eterno a quienes tanto sufrieron, estuvimos investigando y supimos que podían también recordar a españoles deportados». Fue así como empezó este periplo personal, fruto de un sentido envidiable de la compasión, ya que ellos no tienen familiares que pasaran por los campos y ni siquiera eran expertos en la materia. «El proyecto comenzó a mediados de los 90 y a Barcelona llegaron en 2015. Fue entonces cuando decidimos traerlo a Madrid, ya que conocimos el trabajo del historiador Benito Bermejo y, a través de él, supimos quiénes eran los deportados que vivieron en la capital».

Gracias a esta iniciativa personal, a principios de mes la capital ha llegado ya a tener 102 personas homenajeadas, aunque nacidas en Madrid hay 449 personas y que viviesen en la ciudad, aunque fueran extranjeros, hasta unas 700. Una de las últimas cuatro placas, colocadas el 5 de julio, fue para Ernesto Jiménez García, situada en la calle de Agustín Durán. El último paradero conocido de este hombre fue el campo de Hradischko, en República Checa, donde fue obligado a trabajar como cocinero. Otras dos recuerdan a dos hermanos, Manuel y José Luis Álvarez Ridaura; uno de ellos fue liberado y el otro murió en el campo. Hasta ellos llegaron a través de Javier Álvarez, quien escribió a la pareja porque había descubierto que el apellido Ridaura se conectaba con el de dos hombres que fueron enviados a Mauthausen. Resultaron ser hermanos de su abuelo y habían vivido por última vez en Madrid en la casa de su bisabuela. «Están en la calle Cartagena, las dos juntas», explica el matrimonio al unísono. Son el tercer grupo de dos hermanos en Madrid; «otros, puestos en san Andrés, son dos médicos que murieron, y otros dos hermanos están en la calle Espronceda». Y cuenta Isabel, emocionada, el caso de una familia completa, padre, madre e hijo, que fueron enviados a diferentes campos. Sobrevivieron los tres y se reencontraron —por fin un final medianamente feliz—, «y la viuda del hijo viajó desde Francia para la colocación de la piedra», señala.

Finalmente, Isabel y Jesús supieron de la historia de Nadine Hwang Brouta gracias a las investigaciones de dos amigos. Madrileña de origen chino-belga, fue abogada, diplomática, piloto en China y colaboradora de la resistencia, y deportada al campo de concentración para mujeres de Ravensbrück. Nadine fue la última homenajeada en Madrid, la número 102, frente al 5 de la calle Castelar.

El proceso de colocar cada adoquín no es baladí: aún se hacen a mano en un taller de Alemania al que llegan las solicitudes de los interesados, ya sean particulares o asociaciones, de todas partes del mundo. Y eso lleva su tiempo de espera. Sin contar con las horas de investigación en archivos para conocer tanto la historia como el domicilio de los homenajeados o los tiempos de espera de las juntas de distrito correspondientes, unas más ligeras que otras. Este matrimonio, que no forma parte de ninguna asociación, sino que lo realiza de manera particular, además hace pedagogía y acude a institutos con familiares de las víctimas para contar sus historias. «Las familias nos dan las gracias porque esto representa el enterramiento que nunca tuvieron; es como una lápida a la que ir a llevar flores», concluye Jesús.

Éliane y Julio
Stolpersteine de Éliane Sophie Plewman y Julio Bris

Éliane Sophie Plewman

Fue una agente británica del Ejecutivo de Operaciones Especiales y miembro de la Resistencia francesa que trabajaba en el circuito MONK en la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. Fue arrestada y torturada por la Gestapo, y luego ejecutada por las SS en el campo de concentración de Dachau. Su placa está en la calle Rafael Calvo, 19.

Julio Bris

Fue fotógrafo y director de cine durante los años 30. Exiliado en Francia durante la guerra, fue capturado por la Gestapo y deportado el 3 de abril de 1941 al campo de concentración de Mauthausen y trasladado posteriormente el 30 de junio al campo anexo de Gusen. Allí murió el 20 de noviembre de 1941, presuntamente de disentería.