Belén y Emilio sí que piensan en formar una familia
La búsqueda de la satisfacción personal es perecedera, porque el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios
El testimonio de esta semana en Alfa y Omega es una de esas personitas que se agarran a su cruz y engrandecen lo que significa la vida. Belén es una joven, con una enfermedad dura, que convive con una espada de Damocles a diario sobre su cabeza. Y con una madurez inusitada que solo viene de una confianza total en Dios, lejos de enroscarse en el desánimo, comparte con alegría su debilidad y su tribulación. No menos admirable es en esta ocasión su novio, anclado a la cama de hospital de su amada. Ambos cuentan con alegría que en el momento en el que ella pueda levantarse de la cama que es su cárcel y se siente en una silla de ruedas, bajarán a la capilla del hospital y se casarán. Se casarán en la enfermedad, esta vez más que en la salud. Se casarán aparentemente en lo malo, más que en lo bueno. Aparentemente. Porque ellos, tan llenos de juventud y vida, han comprendido ya la mayor lección de nuestro paso por esta tierra: que el amor prevalece y nos precede y que amar a Dios y al otro es lo único que nos hará bien. A cuánta distancia se encuentran de los otros jóvenes —y no tan jóvenes— de los que habla el barómetro de The Family Watch. Señores ya con sus 40 años que desprecian el valor de la familia por un buen copazo o los mejores restaurantes. El «yo por encima del nosotros» y el «me vales mientras me ofreces algo que me interesa». Imaginemos qué lejos está Emilio, el prometido de Belén, de entrar en ese canon perverso que ahora está henchido de aparente felicidad pero que se tornará en desgracia. La búsqueda de la satisfacción personal es perecedera, porque el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. Emilio, cada día que se sienta al lado de Belén en el hospital esperando a que ella se levante para llevarla al altar, está mostrando a un mundo lleno de ego la máxima expresión de salir de uno mismo. Muchos pensarán que está perdiendo los mejores años de su vida. A estos los emplazamos dentro de unos años. A ver cómo cambiaron las tornas.