A las parroquias de Járkov «han llegado muchas personas nuevas» - Alfa y Omega

A las parroquias de Járkov «han llegado muchas personas nuevas»

Daria Panast, una religiosa que salvó por poco la vida ante un ataque ruso, explica que numerosos ucranianos han regresado a la fe para «empezar de cero»

Rodrigo Moreno Quicios
Residentes en Járkov tras el ataque de un cohete ruso el año pasado
Residentes en Járkov tras el ataque de un cohete ruso el año pasado. Foto: OSV News / Sofiia Gatilova, Reuters.

«Los momentos más difíciles llegan cuando suceden los bombardeos. Suelen ocurrir de noche, cuando menos te lo esperas. Entonces rezo al Señor para que nos proteja, pero soy humana y siempre existe el temor de que el próximo misil alcance nuestra casa». Es el testimonio que Daria Panast, hermana de la Congregación de San José, ha dado a los medios vaticanos a su paso por Roma. Ha sufrido en sus propias carnes los efectos de la invasión rusa de Ucrania, pues en enero de 2023 la artillería de Putin alcanzó el coche de Cáritas en el que montaba junto a un sacerdote grecocatólico y dos trabajadores. Ella quedó gravemente herida y «sentí que mi vida llegaba a su fin», ha revelado en Radio Vaticana. «Por un lado sientes que Dios no te abandona, pero por otro humanamente te preguntas si realmente estás preparada para dar tu vida hasta el final».

A través de las ondas, esta religiosa ha narrado cómo, tras el ataque que sufrió, decidió quedarse en Járkov. «Siento que estoy echando raíces aquí, me gusta mucho la sencillez y apertura de la gente», ha comentado. A su juicio, los ucranianos «realmente buscan a Dios, tienen el deseo de conocerlo». Además, en Cáritas «conozco a mucha gente y veo que muchos sufren», por lo que «siento que Dios quiere que esté allí y Él está conmigo».

De acuerdo con la monja, la generosidad y las buenas obras se hacen especialmente visibles en los momentos de dificultad por mero contraste. «Para mí, una clara señal de Dios fue cuando estaba en el médico después del atentado, habría un médico que trató muy bien mi herida y era muy atento, pensé que a través de este joven el Señor me mostraba que no me había abandonado».

En cuanto a la situación actual en Járkov, Panast ha contestado que «la gente quiere ser libre». «Están agotados, pero al mismo tiempo se replantean su vida», añade. Y cuenta que a su parroquia «han llegado muchas personas nuevas con las que hemos tenido que empezar de cero», incluso explicándoles «quién es Dios y qué significa la señal de la cruz».