Agua, Espíritu y fuego - Alfa y Omega

Agua, Espíritu y fuego

Solemnidad del Bautismo del Señor / Lc 3, 15-16.21-22

María Yela
'El Bautismo de Cristo', Alessandro Turchi. Después de 1630. Museo Nacional del Prado
El Bautismo de Cristo, Alessandro Turchi. Después de 1630. Museo Nacional del Prado.

Evangelio: Lucas 3, 15-16.21-22

En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

Comentario

Estamos saliendo de vivir unas semanas diferentes tras los días de Navidad. ¿Qué han significado para nosotros? Recogemos ahora el belén, los adornos diseminados por muchos rincones de la casa, alguna felicitación que recibimos, apuramos los dulces que quedan antes de sacar la báscula, retornamos a clases o al trabajo, reseteamos la vida tras hacer balance del año que hemos terminado con nuevos propósitos, intentamos responder a tantos mensajes recibidos.

¿Cómo hemos vivido estos días? ¿Llenos de luces, frío, ruido, regalos, comidas y encuentros en la calle? ¿Y en nuestro interior? ¿Hemos vivido luz, afecto y calor? ¿O más bien hemos forzado esos encuentros? ¿Hemos cuestionado encuentros? ¿Hemos padecido encuentros? ¿Nos sentimos acompañados o la soledad ha golpeado más nuestra vida estos días? Conviene que nos paremos a pensar y a sentir un momento al comenzar esta nueva etapa del calendario cómo estamos viviendo y a qué le damos importancia. Porque los días transcurren y no siempre somos conscientes del regalo de vivir cada jornada. Con sus sombras y sus luces.

¿Nos hemos parado entre tanto ajetreo para abrir nuestro corazón y reconocer en él ese pesebre sobre el que acunar a ese Dios que ha querido hacerse uno de nosotros para animarnos a hacernos como Él? ¿Hemos sabido mirar la ilusión de los más pequeños en su mirada, en sus villancicos, abriendo regalos? ¿Hemos encontrado un minuto para coger la mano de nuestros mayores y acompañar su Navidad, como ellos hacían con la nuestra acercándonos a la cabalgata y ayudándonos a dejar para los Reyes Magos unos dulces, convirtiéndose ellos en nuestros Reyes para siempre? ¿Valoramos la ternura que sembraron en nosotros?

Para muchos este tiempo no ha sido un tiempo de luz sino más bien de añoranza, de prisas, de malentendidos. Para otros ha sido una mezcla de emociones contradictorias. Conviene que nos abramos al mensaje del Evangelio, que nos indica que no solamente hemos sido bautizados con agua. El Espíritu nos ha llenado de fuego, de sus dones, para ayudarnos a avanzar con algo más de luz, de calor, de fortaleza, de solidaridad, de confianza y esperanza. Esa esperanza en la que estamos profundizando en este Jubileo que iniciamos.

Fue muy emocionante ver a muchos internos del centro penitenciario de Soto del Real pintar una puerta de ladrillos, que posteriormente abrió nuestro cardenal José Cobo. Uno a uno fuimos entrando por esa puerta hacia la esperanza, repasando nuestras vidas. Celebramos una profunda Eucaristía navideña unidas allí un montón de diferentes personas, unas cumpliendo condena, otras como voluntarios de pastoral penitenciaria o capellanes del centro; también trabajadores del mismo o el secretario general de Instituciones Penitenciarias, que quiso estar con nosotros. Nos repetimos que queremos seguir siendo pesebres todo el año dando vida a Jesús día a día, que somos en verdad sus hijos amados. ¿Nos lo creemos? Entre nuestras dificultades y goteras, reservemos tiempo y espacio para valorar que algo ha nacido en nosotros y crecerá tras la Navidad, que somos bautizados cada día con fuego y que ese Espíritu nos impulsa a seguir haciendo camino con y para otros.