Burkina lidera el ranking de misioneros asesinados en 2024 - Alfa y Omega

Burkina lidera el ranking de misioneros asesinados en 2024

14 agentes de pastoral murieron de forma violenta. En algunos casos fue solo por su fe, en otros por su compromiso social

María Martínez López
Funeral por Marcelo Pérez el 21 de octubre
Funeral por Marcelo Pérez el 21 de octubre. Foto: CNS.

François Kaboré era catequista en la capilla de San Nehemías, en Essakane (Burkina Faso), «una de las zonas que más amenazas yihadistas recibe», asegura a Alfa y Omega Jean-Pierre Sawadogo, vicario general de su diócesis, Dori. «Había elegido deliberadamente esta labor, sentía esa necesidad». El 25 de febrero de 2024, hombres armados irrumpieron en la celebración que presidía y lo asesinaron junto a once feligreses. El 18 de abril fue ejecutado en Saatenga otro catequista, Edouard Zoetyenga. Con dos muertes el año pasado, Burkina Faso destaca en el informe Misioneros y agentes de pastoral asesinados en el año 2024, de la Agencia Fides —vinculada a Obras Misionales Pontificias—. El dato refleja la dramática situación del país, que ha llevado a Ayuda a la Iglesia Necesitada a lanzar hasta febrero una campaña a favor de la Iglesia local. Los 50 catequistas de Dori «están todos desplazados».

Empata con Burkina Sudáfrica, con dos sacerdotes —además de tres monjes ortodoxos— muertos entre marzo y abril. Fabio Beretta, autor del informe, matiza que «las investigaciones no han revelado un vínculo directo», pero pide analizar la situación porque «no creo en las coincidencias». Publicado el 30 de diciembre con 13 nombres, la cifra se actualizó a 14 al conocerse la muerte del sacerdote Tobias Chukwujekwu el día 26 en Nigeria. Es el segundo mejor dato desde 1990, tras 2012 con 13 asesinatos. Para Beretta, «es una buena señal»; aunque apunta que sus números «no han sido exorbitantes en los últimos años» y los picos se deben a «situaciones individuales de crisis». El dato de 2024 puede ser más bajo porque «los numerosos secuestros de sacerdotes en Nigeria» solo tuvieron desenlace letal una vez. Subraya que no buscan dar «cifras impresionantes»; sino «información verificada» para «recordarlos con gratitud». Por ello, no duda en incluir a agentes de pastoral muertos durante robos: cinco en 2024. «Vivieron sus vidas con los demás, expuestas a la violencia que afecta a todos», justifica. Además, los atracos pueden haberse debido a su labor: por parecer inofensivos o ricos —por sus obras de caridad—. Algunos los cometieron «personas a las que habían hecho el bien. Forma parte del misterio de la gratuidad» en sus vidas. En el documento está también el español Juan Antonio Llorente, víctima del ataque contra el convento franciscano de Gilet (Valencia) el 9 de noviembre.

Otro tipo de asesinatos se relaciona con el compromiso social. Así ocurrió en septiembre con el coordinador de Radio María en Goma (República Democrática del Congo), Edmond Bahati Monja, que había documentado la violencia de los grupos armados en el este del país. Laico como él era el hondureño Juan Antonio López, de 46 años, miembro de la Red Eclesial Mesoamericana y concejal en Tocoa, eliminado el mismo mes tras denunciar la contaminación de ríos por proyectos mineros ilegales y la vinculación de la administración municipal con el crimen organizado.

En octubre era el sacerdote mexicano Marcelo Pérez el asesinado en San Cristóbal de las Casas (Chiapas). Llevaba años amenazado por señalar los vínculos entre el crimen organizado y el poder. «La diócesis lo había trasladado para cuidarlo» y había bajado su perfil, explica bajo seudónimo Juan Diego López, excolaborador suyo. En septiembre volvió a los focos por la movilización de la Iglesia «pidiendo la pacificación de la lucha armada entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación» (CJNG). López subraya que la investigación no ha arrojado mucha luz sobre quién ordenó su muerte. «Una de las líneas más fuertes» es que lo mató la organización criminal Los Herrera, que lo perseguía desde que en 2021 intentó mediar entre ellos y el Grupo Machete, una supuesta entidad de «autodefensa». Pero López cree más bien que su muerte «fue usada por el CJNG» para presionar al Gobierno estatal y a la nueva presidenta federal, Claudia Sheinbaum, y asustar a la población. En cualquier caso, recuerda que «en México no se puede pensar en las luchas por los derechos humanos sin la presencia de algún miembro de la Iglesia». La labor de Pérez en este sentido era «insustituible» por «su carisma profético».