Argüello felicita la Navidad pidiendo que ofrezcamos «lo que nos duele y hace daño» - Alfa y Omega

Argüello felicita la Navidad pidiendo que ofrezcamos «lo que nos duele y hace daño»

Ha querido dirigirse especialmente «a aquellos que pensáis que para vosotros no es la Navidad, a los que experimentáis la soledad o la ausencia de un ser querido: Ha nacido el Dios que acompaña»

Ester Medina Rodríguez
El arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, durante su mensaje. Foto: CEE.
El arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, durante su mensaje. Foto: CEE.

«Permitidme que me cuele un momento en vuestra casa, en este momento de reunión familiar, para deciros Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres a los que Dios ama tanto», así ha comenzado el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, la felicitación navideña de este año.

A través de un video y un escrito publicado este martes, ha querido dirigirse especialmente «a aquellos que pensáis que para vosotros no es la Navidad. A quienes experimentáis la soledad o la ausencia de algún ser querido, para vosotros es bueno decir que el niño Dios se llama en Emmanuel, Dios contigo, Dios con nosotros, Dios que acompaña, Dios que está en lo más profundo de nuestros corazones y además viene a visitarnos desde fuera. También naciendo entre unos agujeros de las peñas que hacen de establo».

Además, el presidente de los obispos también ha enviado su mensaje navideño a las familias que sufren conflicto dentro de los propios hogares, «o con situaciones de falta de vivienda, problemas a la hora de encontrar un lugar donde trabajar que tantos de nuestros conciudadanos, especialmente quienes habéis venido de fuera, experimentáis».

Argüello ha subrayado la invitación del Papa Francisco a «que seamos una casa de hospitalidad, que lo divino que viene a nosotros precisa de una casa, de una casa que acoja su presencia». Pero, cómo construir esa casa? «Con lo que somos y tenemos. No hace falta que pensemos en lo mejor que está en nuestros corazones. Ofrezcamos como casa de hospitalidad incluso aquello que parece que nos duele, que nos hace daño, que no merece la pena enseñárselo a nadie. Precisamente, el niño que viene quiere que le acojamos en nuestras casas, en la casa de nuestro corazón, siendo una casa de hospitalidad desde los rasgos concretos de nuestra vida».

«Aquellas madres que están sufriendo porque no saben si seguir adelante con el embarazo de su hijo, aquellos que han llegado hacia nosotros viniendo de otros lugares y andan desconcertados porque soñaban con un paraíso y se encuentran con extraordinarias dificultades», ha añadido el prelado en su felicitación. «Sí, el niño nos propone que seamos casa hospitalaria para los demás. Él es casa de hospitalidad para nosotros y quiere que preparemos nuestro corazón para acogerle a Él y acoger a los hermanos»

Argüello se ha despedido deseando una «alegre y santa Navidad» y deseando que «vivamos una alegría que es compatible con las lágrimas en los ojos, con el dolor de las manos, porque Él viene a darnos una alegría que no depende de lo de fuera, sino que es un acontecimiento íntimo si nuestro corazón se vuelve casa de hospitalidad».