El Pontífice pide «que callen las armas y resuenen los villancicos»
Francisco, que ha dirigido el Ángelus desde su residencia de Santa Marta, ha pedido que nos alegremos al ver una madre con su hijo en brazos o en su regazo, porque «ningún niño es un error»
En este cuarto domingo de Adviento, Francisco ha dirigido el tradicional rezo del Ángelus desde la capilla de su residencia de Santa Marta debido a un resfriado. «Siento no estar hoy con vosotros en la plaza de San Pedro. Me encuentro mejor, pero se deben tomar precauciones», ha expresado al inicio de su discurso, el cual han podido seguir en directo los fieles a través de pantallas gigantes instaladas en la plaza.
«Oremos para que esta Navidad cese el fuego en todos los frentes de guerra del mundo. Tierra Santa, Gaza, Ucrania… Pienso en los niños acribillados, los bombardeos en las escuelas y hospitales. ¡Cuánta crueldad!». Con estas palabras, el Pontífice ha recordado una vez más la necesidad de lograr un alto al fuego en todos los conflictos, especialmente en estos días de fiesta. «Que callen las armas y resuenen los villancicos», ha afirmado contundente.
El Papa ha puesto también la mirada en Mozambique, donde el paso del ciclón Chido ha dejado de momento casi 100 fallecidos y numerosos destrozos materiales como viviendas, centros médicos o escuelas. Francisco ha asegurado que sigue «con preocupación» las noticias que llegan desde allí, «y deseo renovar a ese amado pueblo el mensaje de esperanza, amor y reconciliación. Que el diálogo y la búsqueda del bien común apoyados por la fe prevalezca».
Además, en la alocución previa al rezo mariano, el Santo Padre ha bendecido las figuras del Niño Dios que han traído los fieles, especialmente niños, a la plaza de San Pedro. Estas pequeñas estatuas, «que luego los niños llevarán a los pesebres de sus casas, es un gesto sencillo pero importante», ha asegurado. En este sentido, Francisco ha pedido añadir un sentimiento de alegría cada vez que nos encontremos con una madre que lleva a su hijo en brazos o en su regazo. «No nos quedemos indiferentes ante su presencia, aprendamos a asombrarnos. Bendigamos a las madres y alabemos a Dios por el milagro de la vida porque ningún niño es un error».
Ya en la catequesis dominical, el Papa ha comentado el Evangelio en el que María visita a su prima Isabel y la alegría inmensa que expresan ambas. Ante esto, «tal vez podríamos sentirlas lejanas al ser protagonistas de milagros tan grandes y que normalmente no ocurren en nuestra experiencia». Sin embargo, ha explicado Francisco, «el mensaje que el evangelista quiere darnos es distinto. Nos hace ver que la contemplación de los signos prodigiosos de la acción salvífica de Dios no debe hacernos sentir lejanos de Él, sino hacernos ver y reconocer su presencia y amor cerca de nosotros a través del don de cada vida, de cada niño llevado en el seno de su madre».
Por eso, y sumado a estas palabras en defensa de la vida y la maternidad, Francisco ha recordado la necesidad de estar cerca de los mayores, especialmente en estos días de Navidad. «Por favor, no se olviden de los abuelos. Que ningún abuelo esté solo en estas Navidades», ha pedido.