Edmundo González: «Solo pido respaldo a la transición pacífica en Venezuela»
Los obispos pueden ser claves para facilitar un «cambio real» en Venezuela, asegura este opositor galardonado con el Premio Sájarov de la Eurocámara como «presidente electo» del país
¿Qué significa para usted y para María Corina Machado —que permanece en la clandestinidad— recibir el día 18 el Premio Sájarov para la Libertad de Conciencia, que lo reconoce como «presidente electo» de Venezuela tras las elecciones del 28 de julio? ¿Le llegan noticias de cómo está ella?
Es un reconocimiento a la lucha por la libertad y la democracia en Venezuela, un estímulo para seguir adelante y un mensaje claro de respaldo internacional. En el caso de María Corina Machado, espero que contribuya a visibilizar su situación y le brinde cierta protección. Ella y yo nos comunicamos en lo posible. Está firme, aunque las condiciones son adversas. Para mí, refuerza la urgencia de regresar y enfrentarme a las circunstancias con respaldo moral.
En breve, el 10 de enero, Nicolás Maduro debería traspasarle el poder. ¿Le han prometido los líderes europeos tomar medidas para hacerlo posible?
Han expresado su compromiso con la presión diplomática. Yo solo pido una acción concreta: respaldo a la transición pacífica.
¿Qué espera de la decisión del Comité de Derechos Humanos de la ONU de abrir caso contra Venezuela?
Espero que aumente la presión y que sirva como herramienta para exponer y frenar los abusos. Ya se gestó un precedente con la reciente sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos a favor de Henrique Capriles Radonski; tardía, pero fue un precedente.
Afirma que está decidido a volver al país y preparado moralmente para ser detenido. ¿Ha cambiado algo desde que buscó asilo en España? ¿Cómo ha vivido interiormente este tiempo?
Como presidente electo, fuera del país estoy haciendo lo que hay que hacer: amalgamar respaldos para la transición en Venezuela. Internamente, ha sido un tiempo de reflexión y fortalecimiento, pero también de determinación ante la oportunidad histórica.
Se incorporó a la carrera electoral cuando Machado fue retirada a la fuerza como candidata y han hecho campaña juntos. ¿Cómo es este tándem?
Ha sido una alianza basada en principios. Compartimos la visión de un país con futuro. Es interesante que lo hayamos hecho en dupla, porque los venezolanos no estamos acostumbrados a esa propuesta. Pero ha sido fácil la complementariedad de ambos.
Para su credibilidad internacional ha sido clave poder mostrar actas oficiales recogidas por la oposición que le dan más de siete millones de votos, el doble que Maduro.
Fue un esfuerzo colectivo, con miles de voluntarios enfrentándose a grandes riesgos. Hoy muchos de ellos están presos por ser militantes de la democracia. Las actas están verificadas y custodiadas con protocolos estrictos. Solo el régimen ha dicho que son falsas, ya el mundo sabe que son auténticas y son las actas del Consejo Nacional Electoral (CNE), no de la oposición. En el informe del Centro Carter está muy claro este tema.
Los obispos no han vacilado en señalar el posible fraude y exigir que se publiquen las actas. ¿Podrían facilitar el diálogo para una transición?
La Iglesia ha sido valiente y fundamental como voz moral en tiempos oscuros. Su postura ha ayudado a mantener la esperanza. Mantenemos contacto. Su papel como facilitadores sería clave, especialmente para garantizar la confianza.
¿Qué posibles escenarios o salidas se abren ahora?
Hay dos caminos: transición pacífica o mayor aislamiento. Nosotros hemos reforzado el diálogo sincero y la justicia transicional para permitir la reconciliación. Reconstruiremos el país con esfuerzo conjunto.
En su carrera como diplomático en el pasado, siguió representando a su país en los primeros tiempos de Hugo Chávez y criticó el golpe de Estado contra él de 2002. ¿Cuándo se dio cuenta de que su lugar estaba en la oposición?
Cuando quedó claro que el proyecto chavista era autoritario y destruía las instituciones democráticas.
¿Cuál ha sido la llave del éxito para que en esta ocasión se haya logrado aunar a la oposición y hacer cuajar el descontento popular cuando en el pasado se consiguió menos en condiciones parecidas?
No hay situación similar anterior. La tragedia de Venezuela se ha profundizado. Esa es nuestra mayor ganancia, haber internalizado lo que el poder no pudo. Así logramos la unidad sincera con el pueblo y una estrategia clara compartida por todos los actores políticos.
No han faltado casos recientes en Venezuela en los que el fin del chavismo ha parecido cercano, como cuando Juan Guaidó se proclamó presidente encargado en 2019. ¿Qué le hace pensar que esta vez puede ser diferente?
No lo pienso, es cuestión de hechos. Son casi ocho millones de votos. Ocho millones de venezolanos es un país que no está polarizado, que desea cambio. A esto se suma que la unidad, la organización y el apoyo internacional son mayores que nunca. Estamos más cerca de un cambio real.