Franciscano desde Damasco: «Los cristianos necesitan que los tranquilicen con actos»
Firas Lufti, superior de la comunidad, pide a la comunidad internacional «estar al lado de los rebeldes y ayudarles a cumplir sus promesas» para avanzar hacia la paz, la estabilidad y la prosperidad
Siria «ha puesto fin a un capítulo de opresión, corrupción y gobierno dictatorial», asegura a Alfa y Omega Firas Lufti, responsable de la comunidad franciscana de Damasco. Tras la toma de la capital y el derrocamiento del régimen de Bashar al Assad tras 24 años de autocracia, el fraile expresa su «esperanza» de un futuro de «paz, tranquilidad, prosperidad y buenas relaciones con todos». Pero de momento se muestra bastante cauto sobre los acontecimientos.
«El ambiente el domingo fue bastante caótico» con la entrada de los grupos armados y la salida de Al Assad «sin ningún tipo de aceptación» de su caída, relata. Hubo mucha inestabilidad «en toda la ciudad» con presencia de combatientes y «ataques contra comisarías de la Policía», que sufrieron incendios provocados. Los franciscanos no se atrevieron a celebrar Misa con el pueblo y la tuvieron a puerta cerrada.
El lunes la situación «había mejorado bastante pero todavía tenemos que asegurarnos de que se va en la buena dirección». Permanecían a la expectativa de cuándo podrán reabrir el templo. «No estamos seguros de quién está en nuestro barrio y queremos evitar problemas».
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) expresó el pasado lunes su compromiso continuo con las comunidades cristianas vulnerables en Siria. «La caída del régimen de Al Asad y la toma de Damasco por parte de los rebeldes marcan un momento histórico», declaró Regina Lynch, presidenta ejecutiva de ACN Internacional. «Si bien las minorías religiosas han sido respetadas en gran medida durante esta transición, nuestras experiencias pasadas nos recuerdan cómo las libertades religiosas pueden verse severamente restringidas en tiempos de inestabilidad en la región».
En este sentido, la fundación pontificia pide a las nuevas autoridades y la comunidad internacional que garanticen los derechos de todas las comunidades religiosas. Lynch comparte su gratitud porque todo su personal y socios «estén a salvo y no hayan sufrido ningún daño». Ellos continuarán «enfocándose en brindar ayuda vital, educación y apoyo espiritual a la minoría cristiana más vulnerable, al tiempo que promueven la reconciliación y la esperanza».
En este contexto, «a los cristianos les preocupa su futuro», afirma Lufti. Necesitan que se les tranquilice «no solo con mensajes sino especialmente con actos que les aseguren que estarán a salvo sus hogares y ellos». También que van a poder disfrutar del nuevo clima de libertad, «especialmente las muchachas». No se han podido sacudir aún el miedo a que los rebeldes «no cumplan lo que han dicho varias veces de que van a respetar a las minorías y a los cristianos; y de que tienen un plan de gobernanza para Siria».
En este sentido, «espero que la comunidad internacional esté a su lado y les ayude a mantener sus promesas», subraya. Así podrán «llevar a Siria al buen camino de la estabilidad, la seguridad y la prosperidad» después de que casi 14 años de guerra y las sanciones internacionales hayan dejado «destrucción en todas partes». También desea, «como franciscano y sirio», que el resto del mundo no los olvide «y tenga en su corazón la situación de este hermoso país» que durante siglos ha sido «un mosaico de paz, diálogo y respeto».