La «santa Juana» sorteó 500 años de obstáculos para ser beata
Debido a las tensiones de la época y a la dificultad para encontrar sus textos originales, su proceso se inició y frenó varias veces. Subirá a los altares sin un milagro
Aunque «ya tenía culto a raíz de su muerte» y fama de santidad en vida, sor Juana de la Cruz ha esperado casi 500 años para ser beatificada. Sucederá finalmente tras la aprobación por parte del Papa del decreto del Dicasterio de las Causas de los Santos para llevarla a los altares. ¿Por qué tanta espera? Según explica a este semanario Inocente García de Andrés, vicepostulador de la causa de esta terciaria franciscana que predicó durante el siglo XVI y fue asesora espiritual de Carlos I de España, se debe a la sensible época en la que le tocó vivir. En pleno auge del protestantismo, «Roma reclamó que todas las causas pasaran por allí», explica este sacerdote de la diócesis madrileña de Getafe. A ella pertenece geográficamente el monasterio de clarisas de Cubas de la Sagra, del que la religiosa llegó a ser párroco —título que le daba autonomía al tiempo que un sacerdote administraba los sacramentos—. Así, cuando casi había pasado un siglo desde su muerte, «Urbano VIII pidió examinar sus escritos y recibió algunas objeciones».
No es que los textos tuvieran ningún contenido herético; pero procedían de los alrededores de Toledo, una ciudad en la que desde el siglo XVI preocupaban los alumbrados, una secta «condenada en su momento» y que «tanto la Inquisición como Carlos I consideraban que llevaba un camino peligroso». «Esto provocó que todo lo relacionado con la mística se mirara con lupa», explica el vicepostulador de la futura beata.
Tampoco ayudó que los expertos identificaran un segundo par de manos en los manuscritos que llegaron a Roma. Debido a que sor Juana de la Cruz «era una mujer sin letras especiales que hablaba metida en oración», los textos que hoy conocemos de ella llegaron a través de María Evangelista, una hermana que los transcribía; una figura frecuente entonces conocida como amanuense. Sin embargo, «la copia que llegó a Roma estaba retocada por algún fraile posterior que, cuando había alguna frase que no estaba clara, añadía una nueva explicativa».
El desacuerdo entre las autoridades que preferían no valorar los escritos y los franciscanos, «que tenían a la santa Juana por una maestra y querían que constaran porque en esencia eran de ella», complicaron más su estudio. «Entonces se buscaron los originales en los archivos de la Inquisición y los conventos franciscanos, pero no se encontraron y se acabó el proceso», explica García de Andrés.
Con varios intentos fallidos para reavivar la beatificación, todo cambió cuando se halló en el monasterio de San Lorenzo del Escorial un original de los sermones de la beata. Después de que el vicepostulador elaborara la positio, se dio luz verde al proceso aunque no se haya verificado ningún milagro. «En el pasado se documentaron unos 70 pero no hay datos suficientes», explica García de Andrés, quien matiza que el Papa ya ha reconocido a otros santos sin milagro confirmado. «Es bastante excepcional, pero no único».
Por su parte, la clarisa María Victoria Treviño, quien ha jugado otro papel clave en el proceso, recalca que «la gente la llamaba “santa Juana” hace cinco siglos y su momento es ahora». Recuerda que la futura beata «no era diaconisa, pero sabía llegar a la gente» porque, para servir en la Iglesia, «lo importante no es que te ordenen sino hacer faena». Finalmente, pronostica numerosas visitas los 3 de mayo —día en que nació, se consagró y murió— a su ya frecuentada tumba en el monasterio de Cubas de la Sagra.
- 1481 Juana Vázquez Gutiérrez nace en Azaña, provincia de Toledo.
- 1516 Asciende al trono Carlos I, a quien sor Juana de la Cruz asesoraba.
- 1525 El Edicto de Toledo advierte del peligro que suponen la secta de los alumbrados.
- 1623 Urbano VIII es elegido Papa. Su preocupación por la Reforma retrasó la causa de sor Juana.
- 2015 El 18 de marzo el Papa Francisco firma el decreto de virtudes heroicas de sor Juana de la Cruz. Es un requisito previo a la beatificación que ya se hizo en otros dos momentos del pasado, pero que esta vez ha llegado a buen puerto.