Obispos de Centroamérica: Las restricciones hacen más peligrosa la migración

Los obispos de Centroamérica denuncian las políticas restrictivas en migración

Las conferencias episcopales de la región acaban de hacer pública su primera carta pastoral conjunta sobre esta cuestión en la que analizan la realidad de las personas que se desplazan hasta América del Norte y ofrecen propuestas concretas de acompañamiento

María Martínez López
Foto de familia durante la presentación de la carta pastoral.
Foto de familia durante la presentación de la carta pastoral. Foto: ADN CELAM

Los obispos de Centroamérica hicieron pública el pasado miércoles su primera carta pastoral regional conjunta sobre migraciones. En ella, afirman que esta cuestión «no es solo un desafío político o social, es un signo de los tiempos y un llamado de Dios a reconocer su presencia en los más vulnerables». El documento, titulado Lo vio, se acercó y lo cuidó, se dio a conocer en el marco de la 82 Asamblea del Secretariado Episcopal de América Central (Sedac).

El texto propone una reflexión sobre la respuesta compartida que la Iglesia puede dar a este fenómeno. Además, hace un enérgico llamamiento a los Gobiernos para que diseñen e implementen políticas que protejan los derechos de los migrantes y aborden las causas estructurales de la migración forzada.

El cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, aseguró durante la presentación que la «carta es un ejemplo real de lo que busca el dicasterio: acompañar las buenas prácticas en las Iglesias locales y regionales».

«Esta carta pastoral sirve como plataforma de lanzamiento para profundizar nuestras relaciones regionales, nuestra cooperación y nuestra colegialidad como obispos», aseguró por su parte el cardenal Álvaro Ramazzini, presidente de la Red Clamor. «Es un ejercicio práctico, no solo de colegialidad afectiva, sino de una colegialidad efectiva que, se ha realizado en un contexto verdaderamente sinodal, en diálogo con los migrantes, con los agentes pastorales y con nuestros fieles».

Discursos xenofóbicos

La carta se estructura en tres partes. La primera analiza los signos de los tiempos que interpelan a analizar las causas y efectos de los flujos migratorios. Después, se ofrece una reflexión sobre la presencia de Dios en medio de su pueblo al hilo del lema de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de este año. Finalmente, se hace una invitación a caminar con los migrantes con propuestas pastorales concretas.

La carta señala directamente la responsabilidad de las autoridades públicas en el empeoramiento tanto de los flujos migratorios en Centroamérica como de su impacto en quienes los protagonizan. En el mejor de los casos, se trata de una respuesta «fragmentada y descoordinada» que adolece de «una gran falta de imaginación y compromiso a largo plazo».

El texto también denuncia la «indiferencia y falta de sensibilidad» de los políticos locales, que «con discursos xenofóbicos, acusan a los migrantes de una serie de males, como inseguridad, falta de higiene o la ocupación de plazas y lugares públicos», con el objetivo populista de atraer votos.

De esta manera, «las políticas de control de los Gobiernos presionan a las y los migrantes a transitar por lugares donde están expuestos a caer en el tráfico y la trata de personas» y por tanto aumentan la peligrosidad de las rutas. Incluso «es posible encontrar agentes que actúan en complicidad con organizaciones criminales». En este contexto, afirman que «a participación ciudadana es indispensable para supervisar el actuar de los gobernantes y promover el Estado de derecho».